En la edición de ayer de la revista Ñ, en la sección Correo de Lectores, me encontré con una verdadera joyita de la narrativa breve. Un lector, el cordobés Jorge A. Robledo, escribe sobre el cuento más corto, mencionado en un número anterior.
Robledo redefine la acepción de cuento con la inclusión de la definición nacional, que incluye la de embuste, y demuestra que el cuento más corto no es el de Ana María Shua ni el de Augusto Monterroso, si no el de nuestro narrador oral involuntario Carlos Saúl Menem: "Síganme, no los voy a defraudar".
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