Ignacio Puccia era un chico muy tímido, al que jamás se le hubiera ocurrido subirse a un escenario a actuar. Pero un día una de sus hermanas le dijo que él podría actuar. Tiempo después, se acordó de aquella opinión al pasar frente a El Cenáculo, un espacio cultural donde se dictaban talleres de teatro. Se animó a entrar y junto a unos amigos comenzó a descubrir el mundo de la actuación.
No pasó mucho tiempo para que sus amigos abandonaran el taller, pero él se quedó. Había descubierto una de las grandes pasiones de su vida.
Con aquel grupo hizo la obra "La mano del padre", de Pablo Santilli, y también estuvo en los ensayos de "La Epopeya del vendedor de alarmas", aunque no llegó a actuar.
Después decidió hacer un cambio y en busca de nuevas experiencias ingresó al taller de La Farza.
"Creo que siempre es bueno cambiar, porque se puede aprender mucho y ver las cosas desde distintos puntos de vista", dijo Ignacio, que en la actualidad tiene 19 años.

Escenarios virtuales
Sin embargo, no fue en el teatro, donde Ignacio pudo actuar a gusto, sino en video. En 2004 se contactó con Diego Ramos y Germán Gerardi y realizaron un corto.
La idea era participar del concurso organizado por Telefé Cortos. El trabajo de los chicos fue uno de los 200 preseleccionados de todo el país, aunque no llegó a estar entre los 13 ganadores.
"Fue la motivación que necesitábamos para seguir con esto", manifestó Nacho.
Así fue como surgió Necochea Films, una productora local que en 2005 realizó el mediometraje "Amor Asegurado", donde Ignacio hizo un papel secundario.
Pero además de actuar, fue ayudante de dirección, lo que le permitió comenzar a trabajar en la producción.
"La película tuvo una buena llegada, a pesar de que tuvo críticas buenas y malas", manifestó el joven.
Al año siguiente, realizaron "Qué Vida!", la primera serie de televisión necochense, donde Ignacio se volcó definitivamente a la producción.
"Actualmente estamos trabajando sobre distintas ideas y con dos proyectos distintos, que vamos a empezar a desarrollar en marzo o abril", explicó Puccia.
Mientras tanto, se dedica a sus hobbies: cantar y escribir. Ignacio es hijo del recordado poeta Enrique Puccia y heredó el placer por la escritura, sin embargo, asegura que jamás se le ocurría publicar.
También le gusta cantar, pero la timidez le impide imaginarse siquiera un futuro como cantante.
Su futuro parece estar vinculado casi exclusivamente con la actuación. El año próximo quiere irse a Buenos Aires, "a probar suerte con el teatro".

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