Ezequiel Altamiranda tiene sólo 12 años, pero hace cuatro que comenzó a recorrer los caminos del folclore surero, un estilo que pocos músicos se animan a transitar.
Empezó a estudiar guitarra tras la muerte de su padre, un apasionado del folclore. A partir de un casete de Juan Carlos Cupaiolo armó su primer repertorio. Argentino Luna y Víctor Velázquez, fueron otros folcloristas admirados de los que Ezequiel comenzó a tomar canciones.
No tardó mucho en escucharlo el conductor de radio Ariel Rodríguez, quien lo invitó a participar de su programa.
También se acercó a Sergio Melgarejo, quien junto a su esposa, lo sumó a la Agrupación Arte Nativo "Herencia" y lo invitó a participar en los festivales folclóricos que organiza en el Parque Miguel Lillo y en Quequén todos los años.
El año pasado también tuvo oportunidad de conocer a uno de sus folcloristas más admirados: Argentino Luna. Fue durante un festival que se realizó en el Club Danés.
"Me escuchó desde los camarines y durante su presentación me pidió que suba al escenario", señaló Ezequiel. "Hasta me regaló un CD".
El campo y el folclore
Altamiranda va a 7º año en la Escuela Técnica Nº 2, el ex Industrial. Aunque, por su edad, le resulta difícil afirmar que su futuro está en la música, sueña con dedicarse a esto en forma profesional.
Por eso toma clases de guitarra con Oscar Muttio padre, uno de los profesores más destacados de la ciudad y también luthier. Ezequiel va a cuarto año.
Aunque en 2006 participó de los Torneos Juveniles Bonaerenses, ganó la instancia local y llegó a la regional, una de sus experiencias más importantes a nivel musical será su próximo viaje a Francia.
En ese país vive su hermana y su cuñado Joaquín Fernández Rovira, concertista de guitarra, lo espera para realizar algunas presentaciones juntos.
Ezequiel viajará junto a su madre Celia, quien siempre lo ha apoyado en su vocación artística.
El adolescente incluso no descarta la posibilidad de quedarse en Europa, pero cree que su futuro está aquí. Por lo menos aquí están las cosas que más le gustan: el campo, las domas, las yerras y la música que recupera las costumbres criollas.
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