Hace décadas Horacio Hernández comenzó a crear réplicas de máquinas agrícolas y arados en miniatura. Pronto el hobbie se convirtió en una pasión que denominó agromodelismo.
Pero el único agromodelista conocido de la región también dedicó parte de su tiempo a estudiar las máquinas que, por su trabajo, conocía de toda la vida y a analizar qué mejoras podía hacerles.
Así Hernández realizó interesantes indagaciones sobre la conducción de colectivos de larga distancia, sobre los inconvenientes originados por la tracción delantera en los autos y otros inconvenientes surgidos en grandes máquinas agrícolas.
Hace siete años comenzó a estudiar para realizar mejoras a un anemómetro y a partir de allí surgió un proyecto que en la actualidad se encuentra prácticamente terminado: un motor a viento.
Hernández analizó el rendimiento de los actores molinos de viento utilizados para la generación de energía eléctrica y se propuso mejorarlos.
Así realizó toda una serie de pruebas a partir de lo que denominó motor de viento, un molino similar a los utilizados desde el siglo pasado en el campo para mover bombeadores de agua o alimentar baterías.
Hernández diseñó un cono para darle mayor velocidad al molino y evitar la fuerza de empuje del viento, así logró un mayor número de revoluciones, aún con suaves brisas.
Pero la idea de Hernández no es utilizar estos molinos como turbinas generadoras de electricidad, sino como fuerza motriz de motores aplicados a distintos usos.
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