Por primera vez, el dibujante Mordillo, residente en Francia, expone sus obras a lo grande en una muestra que se presenta en la Cámara de Diputados de la Nación, donde además este martes se realizará un homenaje con la presencia del artista, recién llegado de Europa.
"Esto para mí es un encuentro muy emocionante e intenso. Es la primera exposición importante en Buenos Aires, mi ciudad natal. Se verán 32 documentos de los 1.800 que hice en mi carrera. Es un botón de muestra, pero es importante", dijo un emocionado Mordillo (Buenos Aires, 1932) en diálogo con Télam.
Luego de exponer recientemente en ciudades como Tel Aviv (Israel), Brastislava (Eslovaquia) o en simultáneo como la muestra de 110 piezas exhibida estos días en el Museo Luzatti, llegó el momento "argentino" para este humorista gráfico que dejó su tierra hace 56 años y que este martes su obra será declarada de interés cultural por los diputados de la Nación.
"Durante los últimos 40 años trato de volver anualmente porque acá están mis raíces", cuenta mientras escucha un partido de fútbol en la radio y dibuja con su estilo "funny", característico por una paleta de colores potente reflejada en historias mudas sobre temas universales de los hombres, mujeres y animales que pueblan el mundo.
"Esto mismo es lo que hacía a los catorce años, me retrotrae a esa infancia y a esa juventud que encuentro sólo aquí", sigue Mordillo, ese artista que de Villa Pueyrredón arribó a Lima a los 23 años con la promesa de hacer dibujos animados. "Nunca los hice allá y viví cinco años trabajando en publicidad", recuerda.
Perú fue la primera parada de un largo itinerario vital y profesional. "Seguí a Nueva York, luego a Francia y a España. Viví y trabajé en cinco ciudades, pero soy sólo un argentino en Europa", dice y rememora sus días como asistente de animación en los estudios Paramount Pictures donde participó en películas como "Popeye" y "La pequeña Lulú".
Guillermo Mordillo llegó a París en 1963, tres años más tarde comenzó a publicar sus dibujos en revistas como Lui, Paris Match y Marie Claire, puntapié inicial para alcanzar una gran proyección internacional. De hecho, durante la década siguiente fue el dibujante de humor más publicado del mundo.
Obtuvo diez premios internacionales, tiene una veintena de libros publicados, sus tiras dieron la vuelta al mundo, animó películas para cine y televisión, ilustró cientos de libros y revistas y, sin necesidad de usar ni una sola palabra, Mordillo buceó en todos los aspectos de la vida humana.
"Me gusta hablar en español porque lo extraño, hablo cuatro idiomas y todos con acento, lo único que no tienen acento son mis dibujos", remata con risas.
Las expectativas de Mordillo para esta muestra de 32 reproducciones de gran tamaño varían. "O no viene nadie o vienen muchos. No tengo conciencia lo que puede sugerir mi trabajo y mi nombre, porque los dibujantes humorísticos somos payasos solitarios; la exposición sirve para confrontarse con la gente".
"Soy consciente de que parte del público es indiferente a lo que hago o no lo entiende, pero hay mucha gente que me dice `yo crecí con tus dibujos`. Creo que los indiferentes al humor gráfico, lo son a muchas cosas, pero hay público para todo", opina.
Mucho se ha pensado y teorizado sobre el humor en el lenguaje tanto escrito, dibujado o hablado; para él -con las vivencias acumuladas, las observaciones incisivas y las experiencias transoceánicas- "el humor es la ternura del miedo, no haríamos humor si no tendríamos miedo", resume sin preámbulos.
¿A qué le teme Mordillo? "A la vida, a los conflictos humanos, a la injusticia, a todo lo que no se ve en mis dibujos y está en segundo o tercer plano, pero que es lo que provoca mis trabajos. Yo no puedo ser indiferente a lo que pasa en el mundo y a la naturaleza del hombre, que es lo más maravilloso pero también lo más terrible. Eso los humoristas lo tenemos muy presente".
El humor, entonces, se consume muchas veces para mitigar el dolor, la desgracia colectiva y la individual. ¿Y el amor? "El amor gambetea entre lo terrible y lo fabuloso. Pero si hay un tema que funciona como hilo conductor en mis dibujos es la soledad. Es ancestral, es actual y es futura. Es una constante en la historia de la humanidad. Uno está solo en una multitud", asume.
Y así Mordillo se convierte en el portavoz de una comunidad de artistas que reclama la creación de un museo que albergue obras de otros grandes de su generación como Roberto Fontanarrosa, Divito, Calé, Ferro, Lino Palacios, Quino o Dante Quinterno.
"Argentina es un país extraordinario que ha producido una gran cantidad de autores humorísticos y necesita un museo de humor gráfico para no perder ese patrimonio cultural. Son testimonios increíbles, estos humoristas son benefactores de la sociedad y si sus obras no se conservan sería una perdida cultural muy importante", concluye.
"Hu-Mordillo", se puede visitar de lunes a viernes de 10 a 20 en el Salón de los Pasos Perdidos de la Cámara de Diputados (avenida Rivadavia 1864 1°piso). El homenaje a este artista que se define como “un pibe de barrio que vuelve al suyo anualmente” será este martes a las 19 donde se le entregará una placa en reconocimiento a su aporte a la divulgación de la cultura. (Télam)
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