Hubo una época en que Necochea tenía su propia fábrica de fósforos. Pero no es extraño que hoy muy pocos recuerden aquella empresa necochense, porque hasta los fósforos han dejado de ser un elemento esencial para la vida cotidiana. Su reinado comenzó a ser socavado por el hoy también casi olvidado Magiclick y luego cayó, definitivamente, con la masificación del encendedor.
Pero a principios del siglo XX, el fósforo era un artículo indispensable para la vida cotidiana. Por eso, en 1924, Donato D´Angelo fundó en nuestra ciudad la fábrica de fósforos Necochea. Allí se elaboraban los fósforos Pique y Las 3 Marías.
La fábrica funcionaba en la calle Amadeo Muñoz 250 (actual calle 22) y dejó de funcionar durante unos años, debido a problemas de salud de su fundador.
Pero unos años después, Emilio Donato, animoso y dinámico hombre de empresa, adquirió la fábrica y la puso en marcha el 25 de septiembre de 1932. De la parte técnica y la dirección del personal se hizo cargo su hijo, Emilio F. Donato, quien al igual que su padre, trabajaba con optimismo y fe.
Años más tarde, la fábrica se encontraba en crecimiento y producía las cajas Pique de 70 y 35 fósforos y Las 3 Marías de 90 y 45 fósforos.
Las marcas lograron imponerse rápidamente en el comercio local y tenían gran aceptación en Lobería, Tres Arroyos, Balcarce, Juárez, Gonzales Chaves y otras localidades de la región.
Según testimonios de la época, los fósforos de la fábrica local, no tenían “nada que envidiar a las mejores marcas de Buenos Aires”, pues eran elaborados con materiales de primera calidad y con esmero.
Una nota de Ecos Diarios de 1933 daba cuenta del incesante trabajo del personal de la fábrica. La crónica aseguraba: “A primera vista nomás quedamos encantados. El manipuleo ágil de los innumerables envases, la tarea intensa a acelerado ritmo como ganándole al tiempo, brazos que se mueven sin cesar elaborando cerillas, preparando cajas, el vaivén de las máquinas, el perfecto orden y la impecable organización nos producen una inmejorable impresión”.
El artículo destacaba el laborioso trabajo de las operarias. “Ellas también están contribuyendo a agrandar esta industria y ellas recogen con su esfuerzo el fruto honesto de cada jornada para llevar un poco más de bienestar a sus hogares”.
En la empresa se fabricaban también las cajas, para lo cual se contaban con máquinas de cortar el cartón y dobladoras. Además, había un colero donde se colocaban las “raspas” y otra máquina para cortar el cartón para elaborar fósforos de ese material.
En cuanto a los empleados, algunas de las operarias concurrían todos los días, mientras que otras lo hacían dos, tres o cuatro días por semana y, además, había quienes trabajaban en sus propios domicilios.
También se desempeñaban varios hombres en la preparación de los fósforos, el arreglo de los envases y el acondicionamiento de las cerillas.
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