Pedro Arozarena
Maestro, escritor, periodista, ecologista, Pedro Arozarena fue una de las figuras más descollantes de la cultura necochense del Siglo XX. Hoy es recordado también como filántropo y “alma mater” de algunas de las instituciones más importantes de Necochea.
Nacido el 17 de septiembre de 1895 en nuestra ciudad, Arozarena enriquecían con sus conocimientos a todas las personas que tenían oportunidad de tratarlo. Una de sus hermanas mayores, Mercedes, fue maestra y directora de la Escuela Nº 4.
“Permaneció como profesor de diversas materias durante 35 años, de 1922 a 1957, en el Colegio Nacional “José Manuel Estrada”, escribió hace varios años el hoy desaparecido periodista Horacio Nicolella, que fue su alumno. “Ocupó sus cátedras con brillantez, quien suscribe recuerda su personalidad de hombre íntegro y su sencillez dentro de una disciplinada vocación de enseñanza”.
Alrededor de 1912, Arozarena había cursado en La Plata varias asignaturas de magisterio para graduarse posteriormente en la Escuela Normal Popular de Necochea.
Durante años fue maestro en Lobería, en la Escuela Nº 1 y en la Normal Popular.
En 1922 se incorporó al plantel de profesores del Colegio Nacional, donde permaneció hasta 1957.
Según Nicolella, también desarrolló una amplia labor de carácter literario, escribiendo un libro titulado “Teatro Criollo Escolar”, poemas y piezas infantiles.
Su ex alumno lo recordaba además como “gran conferencista, dueño de un importante material histórico sobre la ciudad. Sobresalió igualmente en brillantes artículos periodísticos y se lo contó entre los primeros colaboradores de Ecos Diarios”.
En 1945 fue vicepresidente de la Comisión de Festejos de las bodas de plata del Colegio Nacional. “Fue un educador excepcional por vocación y presencia, un profesor secundario que durante décadas influyó con sus conocimientos y clases magistrales en la formación de los estudiantes”, precisó Nicolella.

Ecologista prematuro
Fue “un maestro de maestros”. Así lo definió en una oportunidad el ingeniero Edgar Gatti, quien lo convocó para formar la comisión provisoria para la creación de la Asociación Amigos del Parque “Miguel Lillo”, de la que Arozarena fue presidente.
“Siempre repetía “más vale educar que enseñar”, y así interrumpió sus clases cuantas veces fue necesario para derramar a raudales, cálidas y reflexivas expresiones de formación espiritual, como así también elementales normas de urbanidad y moderación”, recordó Gatti.
Arozarena fue profesora de historia y literatura del Colegio Nacional desde 1922, en los años que el director del establecimiento era León Fichman, y tuvo como amigos a profesores de la talla de Carlos Rolón, Eduardo Calzada, Enrique Balech, Pedro A. Zugazúa, personas que hacían de su carrera un apostolado.
Un libro publicado por el Colegio Nacional, con motivo del cincuentenario del establecimiento, recuerda a Arozarena como “un docente con un amplio concepto de los valores culturales, brindó a la juventud lo mejor de su acervo intelectual e inspiró la más elocuente admiración por su ejemplo de hombre probo, afanoso y entusiasta por lograr la perfección de la vida humana”.
“Dentro y fuera del aula se manifestó con acendrada vocación de maestro y como hombre solidario, brindó su fecundo aporte cultural a todas las instituciones que le requirieron su participación”, precisa el artículo.
Precisamente, Arozarena integró la primera comisión directiva del Centro Vasco Euzko Etxea, creado el 15 de abril de 1945. El maestro uno de los vocales junto a Ignacio Larraza (h), Leoncio Iriberri y Gregorio Zubillaga.
Tiempo antes de morir, el recordado periodista e historiador Horacio Nicolella escribió sobre Arozarena: “Es una de las figuras ilustres de la ciudad. Llevan su nombre el anfiteatro del Parque y una de las calles de la Villa balnearia. Necochea no lo olvida y los que fuimos sus alumnos nos extasiamos en el recuerdo de su filosofía de vida y en las enseñanzas que nos dejara su maravillosa personalidad”.

Periodismo y tiros
Pero Pedro Arozarena no solamente fue un excelente maestro, también un notable escritor que incursionó en el ensayo, el periodismo, el drama y la poesía.
El hoy desaparecido historiador Egisto Ratti también recordaba al maestro y en especial su ensayo “Payadores criollos, narradores vascos y aedos griegos”, trabajo que calificó de “minucioso y original, donde comparaba a los payadores criollos con los narradores vascos y con los aedos griegos”.
“Era un trabajo muy bien hecho y muy profundo, que tenía escrito en cuatro o cinco cuadernitos escolares y estaba depurado”, dijo Ratti. El ensayo nunca se publicó y los originales se perdieron.
El Arozarena poeta colaboró con algunos poemas, como “Risa tonta” y “Mater Alegría” en Ecos Diarios, en 1921. El dramaturgo creó el “Teatro Criollo Escolar”, en el año 1953.
Como periodista dirigió el desaparecido diario La Nueva Era de Lobería. Allí, por exponer sus ideologías, lo atacaron a tiros, aunque no llegaron a herirlo.
“Don Pedro tenía muchos trabajos escritos, no sé que habrá pasado con sus papeles”, dijo en una oportunidad Ratti.
En el discurso que pronunció en 1977 con motivo de la imposición del nombre del maestro al anfiteatro del Parque Miguel Lillo, el ingeniero Gatti señaló que Arozarena cumplió además “una encomiable labor en el ámbito cultural y educativo en diversas instituciones de la ciudad, constituyéndose en un hito imperecedero que le dio pesonalidad y sello a una etapa del cuerso de la historia vívida de este pueblo”.
Arozarena fue un distinguido director municipal de Cultura y presidió la Biblioteca “Andrés Ferreyra”, la filial de la Asociación de Maestros de la Provincia de Buenos Aires y la Sociedad Argentina de Escritores (SADE) de Necochea.

Herederos de Arozarena
Arozarena no tenía familia. Sus dos hermanas y sus padres habían muerto. Sin embargo, no estaba sólo, ya que tenía una gran cantidad de amigos.
Lamentablemente, en sus últimos años de vida fue afectado por una artereoesclerosis aguda que provocó graves consecuencias en su mente.
En sus últimos meses de vida fue internado en el Hospital Municipal. El director le dio una salita especial, donde fue muy bien atendido. Sus amigos lo cuidaban porque Arozarena ya no tenía conciencia de donde estaba.
Arozarena murió el 7 de septiembre de 1971, a los 76 años. Al día siguiente Ecos Diarios publicó un artículo en el que hacía referencia a su larga trayectoria y el pesar que había provocado su fallecimiento.
“Las exequias del distinguido y querido convecino, constituyeron un espontáneo y elocuente reflejo de los afectos que él conquistara en todos los círculos locales que había frecuentado”, indicaba la nota.
“Era una persona sumamente estudiosa, fue realmente un maestro, tanto para las personas mayores como para los jóvenes y los chicos”, dijo la artista plástica Zilda Balsategui hace unos años. “Pienso que las generaciones futuras tienen que acordarse de él”.
El anfiteatro del Parque Miguel Lillo, la biblioteca del Centro Vasco y una sala del Centro Cultural, llevan su nombre como testimonio de sus aportes; pero quienes mejor reflejan su grandeza son sus alumnos, hoy hombres y mujeres que continúan luchando por hacer de esta una ciudad mejor.

1 Comentarios

  1. Hola juan José. Me acerqué a la nota porque queria saber la fecha de su deceso. Recuerdo haberlo visitado junto a mi tia Blanca Nicolella, y el me regaló un librito sobre anécdotas de Sarmiento. Yo no tendría mas de diez años, supongo. Siempre guardé ese recuerdo como que vivía junto a su hermana...No se...
    Otra cuestión que quiero comentar es sobre el famoso tema de la "arterioesclerosis" que tambien padeció mi abuelo paterno. Me pregunto si no seria Alzheimer, visibilizado mas adelante. Es una suposición. Muy buena tu reseña, y gracias por mencionar a mi padre. atte Horacio Alberto Nicolella

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