Haciendo eje en la producción nacional de historietas, el sello editorial Agua Negra, entre cuyas últimas publicaciones destacan los libros Regreso a Arkham y Cieloalto, apunta según su director, Federico Grunauer, a difundir “historias bien contadas” y propuestas originales, cuidando además la calidad del libro como objeto gráfico.
Surgida en 2011 de la escuela de historietas Sótano Blanco, la editorial, según su director -quien es además guionista- busca construir un espacio propio: "Para canalizar nuestro trabajo y el de otros autores que no tienen lugares de publicación definidos”.
Especifica además que: “Agua Negra hace foco, principalmente, en la historieta de producción nacional. Nos interesan dibujantes y guionistas que tengan cosas para decir, miradas personales y propuestas visuales interesantes, sólidas. Nos gustaría distinguirnos por una exigencia en lo argumental y por el cuidado especial de cada libro que editamos”.
La producción de esos inicios se duplicó en 2012 con títulos de mejor calidad de impresión y mayor tiraje, entre ellos Cieloalto -guión de Diego Agrimbau y dibujos de Pietro-, Regreso a Arkham la historieta de Cazador a cargo de Jorge Lucas y Claudio Ramírez, y Coca, Ramón & Fernet de Juan Bobillo.
Para este 2013 se anuncian un nuevo volumen de Cazador con historietas inéditas y un tomo de la tira de Bolillo; también “El hombre cucaracha de Nahuel Amaya (humor post apocalíptico y metalero); Alientriste de Pedro Manicini (de humor intimista y surreal); y una recopilación de una historieta de fantasía heroica realizada para Italia por Diego Aballay y Ricardo Ferrari”.
En referencia al mercado, Grenauer explica que el género pasa por un momento de transición en el que todavía falta claridad para ver cuáles son las perspectivas que se pueden abrir a futuro.
Refiriéndose al lector de historietas de hoy, señala: “El lector todavía está tratando de acostumbrarse a que la revista no sea el principal formato en que se publica la historieta nacional. Con esto han cambiado los precios de venta, los ritmos de producción y los puntos de distribución”.
“Los libros que se editan hoy –agrega- no responden necesariamente a los géneros narrativos tradicionales que marcaron durante años a la producción nacional, y todavía no está del todo claro si esta nueva manera de contar puede sostenerse con los lectores habituales o debe recurrir también a nuevos públicos”.
Grunauer calcula en unas 25 las editoriales nacionales dedicadas exclusivamente a la historieta, sostiene que algunas no pasan de uno o dos títulos al año y que “la revista como formato tiende a desaparecer”.
La excepción es “Fierro”, dice, “que se mantiene en los kioscos desde hace seis años en forma interrumpida con autores de primera línea apoyada en la infraestructura de un diario de circulación nacional, que le facilita la tarea de distribución”.
Sobre la producción y edición de historietas en el resto de América Latina, dice que en Brasil y en México “hay tiradas importantes, aunque no sé cuánto de todo ese material sea de producción local”, y que en Bolivia y Colombia está surgiendo una gran cantidad de autores.
Estos autores “que no terminan de tener un espacio editorial claro más allá de la autoedición”.
“En Uruguay -por otra parte- con una población mucho menor que la nuestra, se está comenzando a sostener un ritmo constante de publicaciones apoyado por políticas públicas de fomento”.
¿En la Argentina se dan tan buenos guionistas como dibujantes? “Seguro, aunque es más difícil construir una carrera como guionista que como dibujante. Éste puede apelar a mercados extranjeros como fuente de trabajo, mientras que el guionista tiene la limitación del idioma".
Con la desaparición de revistas mensuales, a inicios de los 90 muchos guionistas siguieron trabajando para Italia o Francia, algo que para las nuevas generaciones resultó más complicado: “la mayoría nos circunscribimos al (escueto) mercado local”.
En su incipiente catálogo, Agua Negra ofrece también libros sobre teoría del género. “Hay un cierto interés del lector pero, sobre todo, una voluntad nuestra de construir ese interés. Creemos que fortalecer la circulación de producción crítica en formato libro es un modo de fortalecer la lectura de historietas en este mismo formato”.
“Además existe –concluye Grunauer- un creciente interés de los ámbitos académicos y universitarios en el estudio de la historieta como fenómeno cultural, social y comunicacional; retomando la escuela de estudios que se inició en nuestro país en los años 60 y 70, cuando la historieta todavía circulaba casi exclusivamente en revistas”. (Télam)

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