“Si sólo uno de los chicos que hoy ayudamos se convierte mañana en un hombre de bien, nuestro trabajo ya sería un éxito”. Las palabras corresponden a Marisa Di Napoli, actual presidenta de la Asociación Civil “Vamos Juntos”.
La entidad, que funciona en la Parroquia Santa Teresita, en calle 55 al 4400, surgió en 2003, por iniciativa del cura párroco Daniel Climenti, quien también fue el primer presidente de la asociación.
Vamos Juntos obtuvo su personería jurídica en 2004 y desde entonces ha desarrollado una intensa labor comunitaria, que se ha ido adaptando, año a año, a las necesidades del barrio y especialmente de los más pequeños y desprotegidos.
La asociación cuenta con un Centro de Día y una escuela de verano.
Problemática
La fundación de la entidad, explicó Di Nápoli, “fue motivada las problemáticas del barrio. Especialmente los chicos y los adolescentes”
“Al principio la formaban el padre Climenti y gente de cada una de las capillas que integran la Parroquia Santa Teresita. Entonces había gente de Inmaculada, de San Cayetano, de Jesús Buen Pastor, de San Pablo y La Lita”, dijo Di Napoli.
“Veníamos del 2001, con muchos problemas sociales”, señaló.
En la primera etapa, en el Centro de Día se les daba una taza de leche a niños, adolescentes y ancianos y realizaban distintas actividades y talleres.
Pero con el paso del tiempo se comenzó a brindar servicio de comedor. Primero se les daba una vianda a los chicos, pero como pronto los responsables de la entidad se dieron cuenta de que esa forma los que menos comían eran los niños, se comenzó a servir la comida en el centro.
“Llegamos a tener 196 personas para darles de comer”, explicó María Esther Montoya de Gocella, vicepresidenta de la asociación civil y actual encargada de la Escuela de Verano que funciona en la institución.
En aquella época, Cáritas realizaba un relevamiento de las familias que concurrían al Centro de Día y de esta manera se intentaba dar asistencia a los más necesitados.
“Las cosas fueron cambiando porque aparecieron los famoso planes sociales”, dijo Di Nápoli. “Sin embargo, los chicos fueron quedando, así que la actividad del centro no cambió”.
Apoyo y contención
En la actualidad, durante el año, el Centro de Día funciona en dos turnos y brinda asistencia a unos 70 chicos de entre 5 y 15 años de edad. “Brindamos apoyo escolar y talleres recreativos”, explicaron las mujeres.
Durante la temporada estival, también funciona allí una Escuela de Verano y los chicos de Vamos Juntos concurren con los profesores de educación física a la playa.
Di Nápoli explicó que el desplazamiento de los chicos a la zona balnearia se realiza gracias a la colaboración de personas como Ariel Pallares, que les ofrece el transporte.
Precisamente, la colaboración de personas de la comunidad, empresas y otras entidades, es la que permite a Vamos Juntos seguir creciendo y ofrecer un servicio de excelencia a los más pequeños.
“Contamos con un subsidio de Minoridad y también tenemos socios que aportan una cuota mensual”, señaló Di Nápoli.
Estos recursos permiten a la entidad comprar ropa, calzado y alimentos para los pequeños. “A nosotros no nos gusta uniformar a los chicos, no queremos comprarles remeras con el nombre de la asociación, porque ellos no nos pertenecen”, dijo la presidenta de la entidad.
Por el contrario, para los miembros de la asociación, cada uno de los chicos es como su propio hijo y procuran que así se sientan en el Centro de Día. “Les compramos cereales, yogures y hamburguesas”, precisó Di Nápoli. Los más grandes toman mate.
Además, la entidad se preocupa por detectar si algún chico tiene problema en su hogar para brindarle la contención que no puede brindarle su familia o su entorno.
Este trabajo silencioso y constante ha demostrado ser muy efectivo en el acompañamiento de los chicos que realizan apoyo escolar y se ha visto reflejado en los boletines de los pequeños.
Además, la entidad trabaja en red con otras entidades del Barrio Norte y, a pesar de ser una entidad autárquica, cuenta con el apoyo del Obispado de Mar del Plata.
Angeles
“Siempre se acerca un ángel para ayudarnos”, explicó Di Nápoli. La empresa Cargill, el Rotary Club o algún comerciante desinteresado, siempre han permitido que la entidad continúe creciendo.
También el voluntariado. “Nosotras empezamos como voluntarias. En mi caso, yo daba catequesis en una capilla de la Parroquia y me dijeron que me acercara a la entidad, que sólo sería una reunión mensual”, dijo Di Nápoli.
Pero como todos los que se comprometen con la entidad, Di Nápoli dedicó cada vez más tiempo a trabajar con los chicos. “Cuando comencé pensé que le iba solucionar la vida a cada criatura que concurría al Centro de Día. Porque los chicos cuentan cada historia. La gente dice: ‘¿Viste las cosas que están pasando en Buenos Aires?’. Pero no es necesario ir a Buenos Aires, acá también pasan cosas”, dijo la presidenta de la asociación.
Explicó que en 2013 la entidad continuará trabajando de acuerdo a las necesidades de los chicos y el barrio. “Todo lo que uno les da, lo devuelven con amor y cariño”, explicó Montoya de Gocella.
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