Luis Capurro, hijo de Juan Capurro, uno de los vecinos fundadores, aseguraba que muchos de los primeros pobladores no figuraban en el acta fundacional porque no sabían firmar. “El grupo de los primeros fundadores fue más bien numeroso y procedía de Ayacucho, Tandil, Juárez, Balcarce, Maipú y otros puntos de la región”.
Al igual que los nombres de esos pioneros, muchas pequeñas historias de nuestra ciudad han quedado olvidadas. Aquí algunas de ellas...
El balneario de Portillo
Antes de que Julián Azúa, considerado hoy pionero de los empresarios turísticos de Necochea, levantara su hotel, Marcelino Portillo, más conocido en aquellos tiempos como “El esposo de doña Martina la vasca”, había comenzado a levantar su propio balneario.
En 1885, Portillo levantó una casilla de madera clavada sobre pilotes, estableciendo sobre la misma un bar restaurante cuya especialidad era el pescado frito.
Primeros veraneantes
“Llegamos aquí el año 1887, procedentes de Dolores. Mi extinto esposo se instaló en la ciudad con hotel en sociedad con Torres y De Manuel”, recordaba Genoveva de Marino, la esposa del fundador del Hotel Marino. Ese hotel se llamaba “La Amistad” y se encontraba en la zona céntrica de la ciudad.
Recién tres años más tarde don Juan Marino se trasladó a la Villa balnearia y le arrendó un hotel a Julián Azúa un hotel que temporadas después volvió a alquilar.
Según explicaba Genoveva, en 1910 su esposo fundó su primer hotel. Pero antes compró el hotel de madera de Dellarregui, construyó algunas habitaciones de material y le dio el nombre de “La Perla General Díaz Vélez”.
De acuerdo con aquella vecina pionera, entre las familias que veraneaban en aquellos primeros años en Necochea estaban los Anchorena, Güemes, Santamarina, Drago Mitre, Klapembach, Fernández Poblet, Irigoyen, Paglieri, Pinasco, Dobranich, Sabores, pellerano, Egaña, Martínez, Williams, Méndez Casariego, Caasares, Letamendi, Areco, Cabral, Pal,as Mosquera, Bullrich, aparicio, almirón, Cobo, Rivadavia, Lavalle, Cullen, Agote, Argerich, Bermejo y Varangot, entre otras.
“Los primeros chalet fueron los de las familias Rabadán, Della Chiesa y Cabanillas. Y el primer medio de transporte de pasajeros entre la playa y la ciudad un carro de mudanzas, dotado de banquitos y un toldo”.
Pionero del puerto
Don Ezequiel Gil, un viejo vecino de Quequén, pionero del puerto local, había llegado a Necochea 1883 desde Ayacucho en el servicio de galeras de Juan Garralda. Vino a trabajar como empleado de la firma de Santiago Contín.
Luego de cinco años se instaló en Quequén y en 1889 estableció allí la firma "La Fundadora", cuyo edificio se encontraba en lo que hoy se conoce como la Loma de Gil, en calle 519 entre 560 y 562, frente a la plaza.
El primitivo edificio de La Fundadora era de madera y chapas de zinc. Años más tarde, entrevistado por Ecos Diarios, Gil recordaba que en los “tiempos viejos”, los pailebots entraban al río y llegaban hasta frente a la Fundadora, donde se encuentra el monumento a los primeros embarques. Traían mercaderías para Necochea, Lobería y Balcarce y regresaban cargados de “frutos del país”.
El muelle de Abásolo
Por aquellos años don José Abásolo construyó en lo que hoy es la zona portuaria un pequeño muelle. Allí se descargaban mercaderías que llegaban desde Buenos Aires y se cargaban granos y otros productos de la región.
En un viejo ejemplar de Ecos Diarios de 1931 se registran los nombres de los primeros pailebots que llegaron al muelle de Abásolo: “El Teiro, La Cornelia, que luego naufragó frente al Puerto, El Tritón e Ibrahim, cuyo capitán era Lilelund”.
También llegaron a puerto por aquellos años el Nuevo Teiro, Amelia Romanini, El Luisito, El Siempre Teiro y el Teirito.
Según consta en la crónica, el primer práctico del puerto fue Francisco Porchetto.
Campaña
En 1927 el Centro Comercial e Industrial de Necochea hizo imprimir gran cantidad de afiches y estampillas promocionales en las que se recomendaba a los turistas argentinos visitar nuestras playas, que, según el slogan, era “la mejor playa de Sud América”.
En los años siguientes, el Centro Comercial intensificó su campaña promocional y los afiches y estampillas de Necochea fueron distribuidos en ciudades de todo el país.
El turismo impulsó rápidamente el desarrollo de la Villa Díaz Vélez, que para 1930 contaba con varios hoteles y balnearios.
Sobre la misma playa se encontraba el establecimiento balneario “La Sirena”, dotado de un moderno servicio especial de baños calientes y fríos de agua de mar. Además, entre los establecimientos de baños con casillas movibles figuraban los de Barbarito Hnos, Manuel Uzobiaga y de los hoteles La Perla, Royal y París.
La Villa balnearia ya contaba entonces con cine, bares, servicio de correo y telégrafo, teléfono, tranvía y ómnibus. La afluencia anual de veraneantes era de unas 10.000 personas.
Fósforos
A principios del siglo XX, el fósforo era un artículo indispensable para la vida cotidiana. Por eso, en 1924, Donato D´Angelo fundó en nuestra ciudad la fábrica de fósforos Necochea. Allí se elaboraban los fósforos Pique y Las 3 Marías.
La fábrica funcionaba en la calle Amadeo Muñoz 250 (actual calle 22) y dejó de funcionar durante unos años, debido a problemas de salud de su fundador.
Pero unos años después, Emilio Donato, animoso y dinámico hombre de empresa, adquirió la fábrica y la puso en marcha el 25 de septiembre de 1932. De la parte técnica y la dirección del personal se hizo cargo su hijo, Emilio F. Donato, quien al igual que su padre, trabajaba con optimismo y fe.
Años más tarde, la fábrica se encontraba en crecimiento y producía las cajas Pique de 70 y 35 fósforos y Las 3 Marías de 90 y 45 fósforos.
Las marcas lograron imponerse rápidamente en el comercio local y tenían gran aceptación en Lobería, Tres Arroyos, Balcarce, Juárez, Gonzales Chaves y otras localidades de la región.
Estoy con mi vieja mirando el comentario de la fábrica de fósforos mi mamá es hija del fundador se llama Angélica donati y tiene 95 años
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