“Debe decírselo con claridad y sin tapujos, ningún gobernante se atrevió en 83 años a perpetuar la insigne memoria de Murga en el bronce”, escribió a mediados de 1996 el periodista Horacio Nicolella.
Fue este vecino, junto a Carlos Domínguez, quienes en impulsaron la construcción de un monumento al fundador en octubre de 1961. Tardaron tres años más para poder hacer realidad su objetivo.
Finalmente, el monumento ubicado en la plazoleta de la avenida 58 y calle 61 fue inaugurado el 12 de octubre de 1964.
Concluía así un caprichoso olvido del hombre que encabezó, más de 80 años antes, el movimiento de vecinos que concluyó con la fundación del pueblo de Necochea.
Cincuenta años
Ese “olvido” al que había sido abandonado Murga no resulta extraño, si se tiene en cuenta que el primer homenaje a su memoria se realizó en el cincuentenario de la fundación de la ciudad.
Angel Ignacio Murga había fallecido el 5 de mayo de 1918 y al cumplir los 50 años de la fundación de Necochea, sus restos fueron trasladados a la necrópolis local.
En el monumento fúnebre se colocó una placa que dice: “Homenaje de la comuna de Necochea a su digno fundador” y otra con la inscripción “La Municipalidad de Necochea a su fundador”.
Fue el primer reconocimiento público que la ciudad le realizó a Murga. Sin embargo, debieron pasaron otros 46 años para que se le erigiera un monumento y no fue por iniciativa del estado municipal, sino por impulso de un grupo de vecinos.
Desde el olvido
En 1948, cuando era comisionado municipal Antonino Hugo, ya había fracasado el proyecto de erigir una estatua a Murga.
En 1961 Domínguez y Nicolella retomaron la idea y el 7 de octubre de ese año se realizó una reunión en el Centro Cultura.
Se formó un grupo de trabajo integrado por Domínguez, Nicolella, el profesor Pedro Arozarena, Juana Aguerre, Juan Rozas Ortiz, Ricardo Gold, Ofelia Iglesias de De Nicolás, Juan Juan, Simón Curién, Enzo Simonetti, Lía Ferreyra, y otros vecinos.
Se interiorizó de la idea al intendente Hugo Yelpo y se envió una nota al Concejo Deliberante solicitando el reconocimiento oficial de la Comisión Pro Monumento a Angel Ignacio Murga.
La nota, firmada por Juan S. Doumecq Milleu, señalaba: “Nuestra petición lleva espíritu e intenciones morales, por lo que descontamos el amplio apoyo de los señores concejales en la emergencia. Hemos tomado un compromiso de honor de materializar un homenaje que creemos justiciero y queremos que a la brevedad el busto de Angel Murga pueda surgir desde las sombras amargas de este ostracismos más allá de la muerte”.
El 27 de octubre de ese año, en el HCD se oficializó la comisión vecinal que correría con los trabajos y gastos.
El escultor platense Franco Fúrfaro fue el encargado de realizar la obra, donando su trabajo. La comisión para costear gastos de fundición y placas, organizó la “campaña del bronce”.
Las primeras campañas para obtener el bronce fueron significativas. La Escuela Nº 10, que lleva el nombre de la primera maestra, Dolores Rom, marcó rumbos al donar los pequeños educandos cerca de 500 trozos de bronce para la fundición.
El 10 de diciembre de 1961 se recibió la maqueta del monumento.
Dos años más tarde, en febrero de 1964, la comisión de vecinos donó al Centro Cultural el modelo de yeso del busto realizado por Fúrfaro.
Ese mismo año, el día del aniversario de la ciudad, fue inaugurado oficialmente el monumento. En la ceremonia, en la que estuvo presente el intendente Yelpo, habló el presidente de la comisión, Juan Rozas Ortiz.
Luego, en el Centro Cultura, Pedro Arozarena y Horacio Nicolella ofrecieron conferencias sobre la vida de Angel I. Murga.
Los olvidados
Angel Ignacio Murga nació en Dolores, provincia de Buenos Aires, el 19 de julio de 1842. Descendía de una familia de patriotas de Tucumán. Su tío carnal, el coronel Julián Murga tomó parte activa en la guerra de la Independencia y actuó a las órdenes del general Manuel Belgrano en las gloriosas batallas de Salta y Tucumán.
Murga tuvo una vida muy intensa y dedicó una buena parte de su existencia a la acción pública.
El 29 de septiembre de 1880, cuando ya se desempeñaba como juez de Paz del Partido de Necochea, envió una nota al interventor nacional en la provincia solicitando las primeras escuelas para el distrito.
“Tengo el honor de dirigirme a usted pidiéndole se sirva contestar sobre lo que paso a pedir, siendo este partido bastante poblado y rico, carece de un centro de población donde se podría tener escuela para educar los niños que en número de seiscientos y pico tiene”, comenzaba la nota de Murga.
Las gestiones de los vecinos, encabezadas por Murga y Victorio de la Canal, finalmente tuvieron éxito en 1881, cuando se fundó la ciudad. Sin embargo, el empeño de estos vecinos tardó años en ser reconocido.
Recién en el cincuentenario de la ciudad se le efectuó el primer reconocimiento oficial a Murga y en 1964 tuvo su primer monumento, que lo erigió definitivamente en el fundador de Necochea.
De la Canal no tuvo tanta suerte, a pesar de que el acta fundacional lo cita a la par que Murga, debió esperar hasta 2005 para que, por impulso de la Fundación Educacional de la UPC, se construyera su monumento en 57 y 60.
Pedro Etchebarne, Nicanor Duarte, el agrimensor José María Muñiz, Benedicto Calcagno, Julián Azua, Estanislao Picado, José Querencio, Abudemio Santillán y Segundo. S Murga, quienes también suscriben el acta de fundación, siguen en el olvido.
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