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En febrero de 1940 un vecino de nuestra ciudad recibió una carta que provenía del Vaticano. Al abrir el sobre, se encontró con una pequeña esquela con el sello de la Secretaría del papado. Era nada menos que una bendición apostólica del papa Pío XII.
El vecino en cuestión era Eduardo Escobar, un maestro hoy reconocido como uno de los escritores más prolíficos de la ciudad.
Meses antes Escobar había enviado al Papa su libro “Tierra Santa”. La esquela indicaba que Pío XII había recibido el ejemplar, agradecía el “devoto homenaje” y transmitía la “bendición apostólica” del Papa.
El próximo miércoles se cumplirán 59 años del fallecimiento de Escobar. Sin embargo, aún hoy, algunos de sus 55 libros son textos de referencia sobre la historia de nuestra ciudad.

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