“Un momento señor, ¿puedo preguntarle algo?”
Ricardo Klement no sabía que esa simple frase significaría el inicio del final de su vida.
El hombre se detuvo ante un auto que estaba averiado, sin saber que los jóvenes que trataban de reparar el vehículo en realidad lo esperaban y que aquella frasecita sólo era el ardid que les permitiría detenerlo un instante para abalanzarse sobre él y secuestrarlo.
Y fue eso precisamente lo que ocurrió aquel 11 de mayo de 1960, a las 20.20, instantes después de que Klement descendiera del colectivo de la línea 203 para dirigirse a su casa en San Fernando.
Klement no sabía tampoco que dos años más tarde sería condenado a muerte en Israel y ejecutado en la horca. Sí supo en ese instante en que los hombres se le abalanzaron, que lo habían descubierto. 
Hacía varios años que uno de los sobrevivientes de los campos de concentración nazi había logrado identificarlo como Adolf Eichmann, uno de los principales organizadores de la “logística” que permitió a los nazis trasladar y asesinar a millones de judíos en los campos de concentración.
Debieron pasar años para que Israel autorizara una operación ilegal en el territorio argentino a fin de secuestrar y trasladar a Eichmann a Medio Oriente para juzgarlo por los crímenes cometidos.
La operación fue denominada Garibaldi, por el nombre de la calle en la que se encontraba la casa de Eichmann en San Fernando. 
Hoy se cumplen 60 años de aquella operación encubierta que ha dado origen a varios libros y películas.

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