"Mis derechos terminan donde empiezan los de los ladrones", se lamentó Rubén Blanco, propietario de un comercio ubicado en calle 519 casi 556 de Quequén. El comerciante ya no se siente seguro, hace una semana un hombre con un cuchillo amenazó a su empleada y se llevó 200 pesos y varias bolsas de ropa.
Días antes, varios menores fueron sorprendidos por la Policía cuando intentaban forzar la puerta. Antes, tres chicas amenazaron a la empleada y se llevaron una campera. El año pasado, una banda de delincuentes, entre los que había niños, rompió el techo y se llevó 18.000 pesos en prendas de vestir.
"Creo que a la policía esto se les ha escapado de las manos", dijo Blanco, indignado por la inseguridad en la que vive él y varios comerciantes del centro de Quequén.
Hace una semana la Policía había aprendido a cuatro menores cuando intentaban forzarle la puerta. Cuando Blanco llegó a la comisaría, no podía creer lo que veía. "Actúan con total impunidad. Cuando los policías quisieron identificarlos, les decían: 'no sé cómo me llamo', 'no me acuerdo dónde vivo' y luego los insultaban", denunció el comerciante.
"No lo podía creer. Y lo peor es que no pueden hacer nada, porque están atados de pies y manos, porque las leyes no les permiten actuar", dijo Blanco. "Inmediatamente la Justicia pide que liberen a los menores. ¿Y esto a dónde nos lleva? ¿Qué esperan, que sigan robando, que maten a alguien?"
"Debería haber por lo menos un lugar donde los tengan al menos un día detenidos, para que comiencen a escarmentar, pero no, entran por una puerta y salen por otra", se lamentó el comerciante.
Impunidad
El viernes pasado, un sujeto de unos 20 años ingresó al local de Blanco. Se probó varias prendas y actuó con total normalidad por unos minutos, pero en determinado momento sacó un cuchillo y lo apoyó en la espalda de la empleada, Liliana Boldrini.
El sujeto se apoderó del dinero de la caja y luego cargó camperas y otras prendas de vestir en una bolsa de consorcio y en otras bolsas blancas.
Blanco llegó al comercio segundos después de que el sujeto saliera del local. Por esta razón decidió perseguirlo y lo buscó un largo rato. La Policía tardó 30 minutos en llegar, a pesar de que la Comisaría Segunda se encuentra a unas cuadras.
"Dicen que se equivocaron de dirección y les creo, pero después nosotros identificamos al posible autor del robo y como tiene antecedentes ellos dijeron que no podían actuar", explicó Blanco.
El comerciante se lamentó de que no exista vigilancia en el barrio, a pesar de la gran cantidad de robos que se registran. "Creo que todos saben que esta es una zona caliente, por eso no entiendo por qué no ponen un patrullero o policías caminando", dijo.
"Tampoco entiendo por qué no paran a los peatones, así como hacen con los vehículos. Creo que eso se llama prevención", opinó Blanco.
"Estoy dispuesto, al igual que los comerciantes vecinos, a pagar el combustible de los patrulleros o hacer cualquier cosa para que me brinden seguridad", dijo.
Blanco explicó que los robos no sólo han perjudicado su negocio, sino su vida. Debido al robo de 18.000 pesos en prendas de vestir, que sufrió hace dos años, recién en abril pasado pudo terminar de salir de sus cuentas. "Porque me embargaron todo", dijo.
"También provocaron un daño irreparable a mi empleada, que ya no quería volver a trabajar", señaló Blanco.
"Hace un tiempo ingresaron al negocio tres chicas. Una de ellas se puso una campera y salió corriendo. Cuando mi empleada fue a perseguirla las otras dos se interpusieron y la amenazaron con una objeto punzante", explicó.
"Ya no sé que hacer. Podría armarme, pero no quiero herir o matar a alguien e ir preso por defender lo mío", concluyó.
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