Darío Fernando Olmedo tiene 31 años, pero parece mucho más atildado que cualquier joven de su edad. Es que desde hace tres años, su trabajo lo ha llevado a estar en contacto permanente con la vida y la muerte.
Como técnico en neurofisiología e integrante del servicio de procuración de Centro Unico Coordinador de Ablación e Implante de la Provincia de Buenos Aires (Cucaiba), es la persona encargada de determinar la muerte encefálica de posibles donantes. Por esta razón, debe afrontar la tristeza que produce la muerte, aunque sabe que de su trabajo depende también que otros sigan viviendo.
Darío era técnico del Hospital Neuropsiquiátrico "Dr. José Taraborelli", pero hace cuatro años se le dio la oportunidad de hacer una experiencia en el Hospital de Niños "Sor María Ludovica" de La Plata. "Por los buenos promedios que obtuve me llamaron del Cucaiba", explicó el joven necochense.
Precisamente por su experiencia en el Hospital de Niños, Darío es considerado como uno de los técnicos más experimentados y ha participado en operativos de procuración de órganos tanto de Cucaiba como del Instituto Nacional Central Coordinador de Ablación e Implante (Incucai).
"De cualquiera de los dos organismos me llaman para hacer los operativos y generalmente con el equipo hacemos el transporte de órganos, aparte del diagnóstico de muerte", dijo Darío.
"Esto te enriquece mucho", dijo el joven técnico. "A pesar del tiempo, uno nunca deja de conmoverse y lo que más afectan son los operativos pediátricos".
"Ver un chico y diagnosticar que tiene muerte encefálica es uno de los momentos más difíciles", explicó.
Una nueva ley
Olmedo hace una guardia semanal en el Hospital Naval de Ensenada y de allí parten hacia el lugar donde se encuentra el potencial donante.
"Cuando llegamos, se revisa al paciente, hacemos nuestros propios estudios y, mientras tanto, se van pidiendo los listados nacionales al Incucai", comentó.
Una vez que confirman la muerte encefálica, el psicólogo que integra el equipo de procuración habla con la familia del potencial donante. Luego, otro equipo hace la ablación.
Según Olmedo, "gracias a Dios la gente va tomando conciencia y este año ya hemos realizado más de 550 operativos".
El joven dijo que la ley recientemente aprobada puede llevar a cumplir el deseo de los donantes. "Porque con la legislación actual, por más que la persona haya expresado su voluntad de donar en vida, una vez muerta, la que tiene la última palabra es la familia", explicó.
"Esperamos que con la ley esto se pueda cambiar un poco. Porque nos han tocado hacer operativos con gente que en vida querían donar y después hemos tenido que recurrir autorizaciones judiciales, pero ni siquiera así se pudo contra la voluntad de la familia", señaló.
Salvar vidas
"Hasta que entré en el Cucaiba no le daba mucha importancia a esto de la donación de órganos, lo miraba de la vereda de enfrente. Pero ahora que estoy todos los días en esto sé que a cualquiera le puede tocar", manifestó.
Dijo que hay concientizar a la gente de que un donante puede salvar muchas vidas. "Con una ablación múltiple se puede ayudar a 10 personas. Porque se puede sacar piel, córneas, corazón, pulmón, válvulas cardíacas, huesos, riñones y hasta intestino", explicó.
"Incluso un par de necochenses se han visto beneficiados con las donaciones", dijo Darío. "Pero hay más de 5.000 personas en lista de espera, a sí que queda mucho camino para terminar de concientizar a la gente".
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