Con el alma
encendida
de chamamé


"El escenario es mi casa", explica Elena Ríos. Y la música litoraleña parece ser el aire que respira. Nacida en Balcarce, esta mujer creció en Mar del Plata y desde hace más de 20 años vive en nuestra ciudad.
Empezó a cantar a los 11 años y siempre música del litoral. “Escuchaba a Ramón Ayala, cuando actuaba en Mar del Plata y hablaba tanto de su tierra que creo que lo tomé como un referente”, manifestó la cantante.
Pero su vinculación con los ritmos litoraleños fue tan natural que mucha gente le llegó a preguntar si ella era oriunda de esa región. “Pero yo no conozco, todavía no tuve la oportunidad de hacerlo”, señaló.
“Canto con un sentimiento especial, porque el chamamé es algo especial”, indicó la cantante, ganadora del Pre Cosquín en 1995 y dos veces premiada como cantante solista en el certamen de la Fiesta de las Tropillas.
Aunque siempre hay alguna zambita en su repertorio, “no es lo mío”, dice ella, que comenzó a cantar en las fiestas familiares. “Después fue invitada por Víctor Abel Giménez a su programa de radio y luego me presentó en la Casa del Folclore”.

Desde el corazón
Elena nunca estudió canto. Para ella cantar es algo natural, parte de su vida cotidiana. Le cantaba a sus hijos y ahora le canta a sus nietos. Su esposo Darío Paternasi es guitarrista y la acompaña junto a Miguel Limbatto en sus presentaciones.
“Hoy puedo decir que piso el escenario y es como llegar a casa”, precisó Elena. “Es como una transformación que uno siente. Vos podés tener mucha tristeza, muchos problemas, pero al pisar el escenario te olvidás de un montón de cosas. Ahí das lo mejor, lo que sentís”.
“Yo digo siempre que el que no canta con el corazón, no puede cantar. No le sirve”, afirmó. “Yo siento tanto la música del litoral que cuando canto es como que volara. Como si estuviera con los personajes de la canción, en ese paisaje”.
“No es fácil cantar música del litoral y menos transmitir el sentimiento a los que escuchan, crear esa conexión entre ellos y el escenario”, dijo Elena. “Porque muchas veces el escenario eleva un poco al artista. Pero a mí no. Yo estoy ahí, con el público y con el canto trato de contarles como vive la gente del litoral, que a veces está un poco olvidada”.

El alma del chamamé
De grande, Elena estudió mesoterapia y se dedica a esa actividad. Aunque su vida, sin dudas, es el chamamé y la música litoraleña.
Al llegar a nuestra ciudad, hace unos 25 años, le presentaron a Coco Lanza, quien de inmediato la dio a conocer en la radio y le permitió continuar con la carrera iniciada en Mar del Plata. De allí que, excepto dos años que estuvo alejada de los escenarios, la mayor parte de su vida ha cantado chamamé.
Si bien en la actualidad en nuestra región no tiene tanta difusión como en los años 70, esta música se mantiene a través de nuevos artistas como el Chango Spasiuk, Los Alonsitos y Amboé. “Pero si bien ellos hacen chamamé nuevo, siempre incorporan el tradicional, como Antonio Tarragó Ros”, precisó.
Ella siempre se mantiene en el chamamé tradicional y este año ha logrado incorporar a su grupo un acordeón. “No es fácil conseguir quien le dé el sabor al chamamé si no es nacido allá”, dijo Elena.
“Así que el grupo está integrado por Miguel Limbatto, que me acompaña desde hace años, Darío Paternesi, que me acompaña en la vida y en el escenario, y ahora Néstor Gopar, que es el acordeonista”.
El verano pasado presentó el acordeón en el festival folclórico que realizan Paternesi y Limbatto junto a Sergio Melgarejo. “Ahí me emocioné muchísimo, porque la gente se contagió de la alegría del instrumento”, explicó. “Fue una fiesta para todos, porque me costó muchísimo encontrar ese músico”.

Ilusión chamamecera
Elena tiene tres hijos, el más chico, Diego Ríos, también es cantante folclórico. Y de sus siete nietos, el más grande tiene vocación de músico. Y si bien ha disfrutado cada minuto vivido sobre el escenario y siente la satisfacción de haber podido transmitir lo que quería, tiene una deuda con la gente y con ella misma: un trabajo discográfico.
El anteaño pasado Elena iba a grabar un disco, pero por distintas razones no lo pudo hacer. “A veces uno propone y Dios dispone”, indicó. “Pero lo voy a hacer. Aunque no sé cuando”.
Hace muchos años, un viejo músico le dijo que le faltaba escenario. Ella se enojó mucho por esa crítica. En la actualidad sabe que aquello era cierto, pero puede decir con orgullo que ahora sí tiene escenario. “Lo que me falta es disco”, bromeó.

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