La película "Victimarios y víctimas de lo desconocido", del necochense Julio Allen, participó del Buenos Aires Rojo Sangre, el único festival especializado en cine fantástico y bizarro que se realiza en la Argentina.
Este director se ganó en las últimas décadas un lugar en el imaginario popular de Necochea y la región con tres películas realizadas en Súper 8 que se han convertido en filmes de culto para los más jóvenes.
Este año presentó en Necomicón su cuarta película, que en los últimos días, en representación de la ciudad, se proyectó tres veces en el Complejo Tita Merello, en el marco del festival.

Un festival con historia
Buenos Aires Rojo Sangre es una muestra orientada básicamente a producciones independientes y de bajo presupuesto de terror, ciencia ficción, fantasía y cine bizarro.
Su concreción surgió a partir de la creciente realización en Argentina de filmes de estos géneros.
La primera edición del B.A.R.S. se llevó a cabo en diciembre de 2000 en el auditorio de la Facultad de Ciencias Sociales de Universidad de Buenos Aires. Si bien fue un espacio limitado, sirvió como punto de partida que año tras año iría aumentando. Se pudieron ver películas como Plaga Zombie (Hernán Sáez y Pablo Parés) o El Planeta de los Hippies (Ernesto Aguilar) y varios cortometrajes.
Para el 2001 se cambió de escenario. El Centro Cultural San Martín fue un importante marco para el crecimiento del festival. Con poquísima promoción se logró atraer a más de 600 espectadores, destacándose filmes como Fanáticos (Mariano Cattaneo e Ygnacio Cervio) y Nunca Asistas a este tipo de Fiestas (Hernán Sáez y Pablo Parés).
El 2002 fue el salto definitivo del festival, ampliando temáticamente la programación y logrando una notable repercusión en la prensa y el público, hasta el punto de que en el mismo espacio que la edición anterior se logró triplicar el número de espectadores, llegando a superar los 1800. Entre los films proyectados se encuentran Plaga Zombie: Zona Mutante (Hernán Sáez y Pablo Parés) y Attack of the Killer Hog (Agustín Cavalieri y Marcos Meroni).
En el 2003 llegó la definitiva consolidación del festival, estrenándose siete largometrajes locales –Run Run Bunny! (Mad Crampi), Tico tico (Marcelo Domizi), Baño de Sangre (Paula Pollacchi), Mala Carne (Fabián Forte), Ruta hacia la muerte (Francisco de Lezica) y Vacaciones en la tierra (Sebastián de Caro) – y preestrenándose otros tantos largometrajes de países como EE.UU., Japón, España, Francia e Italia.
Se proyectaron más de 80 cortometrajes y las secciones retrospectivas estuvieron pobladas de clásicos en 35mm. Se destacó especialmente la recuperación del filme argentino El Hombre Bestia (Camilo Zaccaría Soprani, 1934), la primer película fantástica local, que nunca se había estrenada en Buenos Aires. Casi 5000 espectadores demostraron el innegable crecimiento del festival.
Este año se sumaron secciones competitivas tanto para corto como para largometrajes y se utilizaron las 3 salas del complejo Tita Merello en simultáneo, triplicando la cantidad de horas de proyección.
El B.A.R.S. fue declarado de interés por el Instituto Nacional de Cinematografía y Artes Audiovisuales, auspiciado por el Museo del Cine de la Ciudad de Buenos Aires y declarado de Interés Cultural por la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Estas instituciones han comprendido que este festival es el único espacio para un tipo de cine que tradicionalmente ha sido olvidado. Indudablemente el Buenos Aires Rojo Sangre, un festival especializado que ya se ha convertido en un referente para la producción nacional de ciencia ficción, terror y fantasía.

Un clásico de clásicos
Ya desde los títulos, las realizaciones de Allen revelaban una excentricidad que se veía colmada en la pantalla: "Las que no hablan nuestro lenguaje lo matan, terrestre o extraterrestre", "El principio del fin por la mano del hombre" y "Mensaje al planeta Tierra. Sueño hecho realidad".
Luego de varios años sin filmar, Julio Allen volvió a tomar una cámara en 2006 para realizar un cortometraje sobre Carlos Gardel, en el que se atreve a cantar junto al Zorzal criolla.
Pero también volvió a la ficción, ya que no quiso olvidarse de homenajear a los artistas que lo deleitaron en la niñez en la oscuridad de las salas de cine locales.
Así decidió meterse en la piel de los personajes que décadas atrás interpretaron Boris Karloff, Lon Chaney Jr. y Christopher Lee, entre otros grandes actores.
Filmó en casas abandonadas y en el cementerio, improvisando frente a la cámara, ya que esta es una de las características de su cine.
Sus escasos medios económicos no fueron un impedimento para animarse a hacer una película sobre personajes que por tradición siempre contaron con el respaldo de grandes presupuestos y sofisticados efectos especiales.
La selección de "Víctimarios y víctimas de lo desconocido" para participar de BARS es sin duda un premio al trabajo y al talento incomprendido de Allen.

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