"Más o menos al finalizar el año 1936 en la ciudad de Necochea nació, de un grupo de personas decididas y entusiastas, la idea de formar un centro cultural que bregara por todas aquellas manifestaciones espirituales y que dado el adelanto cada vez mayor de la ciudad pudiera así en su doble aspecto servir de ejemplo entre las ciudades cultas y progresistas de la Provincia de Buenos Aires”.
Así comienza el libro Memoria del Ateneo Necochense, del maestro, escritor, poeta y periodista Eduardo Escobar. La publicación de 1943 hace referencia a uno de los emprendimientos culturales más importantes desarrollados en la historia de nuestra ciudad.
El Ateneo Necochea surgió por iniciativa del propio Escobar, Gabriel Gelemur, Cipriano Reyes, el doctor Roberto D. Ramovechi, Samuel Moreno Ortiz, Carlos Bravo, Francisco Cortesano, Carlos C. Rolón y los hermanos Ignacio.
En el período comprendido entre 1936 y 1943, del cual realiza un pormenorizado inventario Eduardo Escobar, el ateneo organizó exposiciones de pintura, conferencias, conciertos y otras actividades que tenían por objetivo cultivar a los pobladores de aquella provinciana ciudad de Necochea.
De acuerdo con el escritor y docente, el ateneo fue sostenido por “quijotes y románticos; soñadores de la nueva era”.
En el final de aquel librito de 113 páginas, Escobar, autor de un importante número de libros sobre la ciudad, define con precisión las aspiraciones de aquel grupo de “quijotes y románticos”: “Plantar. Plantar es nuestro deber. Cosechar no importa cuando. Ya llegará el día. De entre lo ilógico y absurdo Dios hará surgir lo que en si fue siempre motivo absoluto e irrefutable. Surgirá lo que siempre fue de admiración”.
La fundación
El 28 de diciembre de 1936, se realizó en la Biblioteca de la Asociación de Maestros “Andrés Ferreyra”, una reunión de vecinos con el objetivo de formar una comisión para comenzar a trabajar en la formación del ateneo.
De aquella reunión participaron algunos destacados vecinos como los doctores Rodolfo Faggioli y Roberto D. Ramovecchi, Alfredo Feugueur, Gabriel Gelemur, Francisco Cortesano, Eduardo Escobar, Angel Pérez, Cipriano Reyes y las señoritas Teresa Saccomano y Nélida y Alicia Bambill.
Fue precisamente en aquella reunión donde se decidió llamar a la nueva entidad “Ateneo Necochense”. Se formó también una comisión ejecutiva provisoria que quedó integrada por Ramovecchi, Rolón, Gelemur y Escobar.
Según relata Escobar en su libro, “se convino llevar a cabo periódicamente distintos actos culturales, ya fuera con artistas de la localidad, en primer término, como de otras ciudades”.
Se decidió “auspiciar un ciclo de conferencias por personas de la localidad, llevar a cabo festivales y veladas literarias musicales y el señor Francisco Cortesano propuso pedir a la prensa local una página mensual dedicada exclusivamente para las colaboraciones patrocinadas por el Ateneo sobre temas científicos, literarios, filosóficos, artísticos y demás”.
En aquella comisión había varios directores de publicaciones periodísticas de la ciudad: Moreno Ortiz dirigía el diario Necochea, Saúl Ignacio estaba al frente de Ecos Diarios, Cortesano era el responsable de Tribuna libre y Reyes conducía la revista Alborada.
La nueva entidad también solicitó la colaboración de otros dos periódicos: El Popular, dirigido por Abel Domínguez y Cultura, de Juan Orler.
En su libro “Memoria del Ateneo Necochense”, Escobar destaca la colaboración y el impulso que le dio el periodismo local a la entidad y cita un artículo publicado por Ecos Diarios en enero de 1937: “Es ya un hecho la formación en nuestra ciudad de un ateneo o centro de cultura. Para llevar a cabo la idea acaba de constituirse con el carácter de junta ejecutiva, una comisión integrada por dos maestros jubilados, uno de ellos ex inspector de escuelas, un médico y un escribano. Esta junta ya ha resuelto, como primera medida, la próxima organización de conferencias de carácter instructivo y de actos de divulgación artística”.
El artículo citado por Escobar, también daba cuenta del escepticismo de algunos vecinos respecto a la nueva agrupación. “Los que vienen contemplando como nos ha invadido de un tiempo a esta parte la fiebre de las comisiones, esbozarán una sonrisa escéptica. Pero es el caso que en medio de tantas creaciones algunas de ellas de utilidad práctica que no hay por qué negar a nadie se le había ocurrido hasta ahora que a Necochea le falta algo de lo que poseen de muy antiguo ciudades que se enorgullecen a justo título, de su alto nivel cultural. Y ese vacío es el que podrá ser llenado con perseverancia por el ateneo que se trata de formar”.
La nota de Ecos Diarios también señalaba la escasa actividad cultural desarrollada en nuestra ciudad. “Gente culta que llega a nuestra ciudad por primera vez, no disimula la impresión que le producimos. Es aquí evidente, nos dicen, el descuido que existe por la cultura del espíritu en las manifestaciones del arte, de la literatura, de la música, de la filosofía y en general del conocimiento de las ciencias humanas que contrasta con la fisonomía tan poética de Necochea”.
Primeras actividades
El 4 y 5 de febrero de 1937, en el Club Necochea, que funcionaba en el viejo edificio de la Sociedad Española, se realizó la primera actividad cultural organizada por el ateneo, dos disertaciones del escritor salteño Ciro Torres López.
Meses más tarde, el ateneo organizó el Primer Salón de Dibujo y Pintura. Se realizó en el salón de actos del Colegio Nacional “José Manuel Estrada”, cuyo rector era don Belisario Flores.
La inauguración se realizó el 1º de mayo de 1937 y en la inauguración el intendente José Pucciarelli destacó la labor iniciada por el Ateneo Necochea. “Es el primer paso importante dado sobre un camino largo y difícil, que ha de sembrar el amor a la cultura, tan necesaria en nuestro medio”, señalaba el jefe comunal.
Se expusieron unas cien obras y algunas fueron donadas por sus autores a fin de recaudar fondos y solventar los gastos originados por la exposición.
Meses después, el ateneo realizó una velada artística literaria en el Club Necochea y también solicitó al gobierno municipal la formación de un museo con la colección de fósiles del doctor Rodolfo Faggioli, quien había manifestado su interés en vender las piezas paleontológicas. Sobre este último punto no se obtuvo ninguna respuesta oficial.
Con el paso de los años, el ateneo siguió trabajando para cultivar el espíritu de los necochenses con las más diversas manifestaciones artísticas. Se organizaron salones de arte, conciertos de destacados músicos, certámenes literarios, recitales de poesía y hasta la Primera Gran Feria del Libro, en octubre de 1942.
El libro de Escobar termina la reseña sobre el Ateneo Necochea en 1943. Ese año, en marzo, la entidad organizó los Juegos Florales. Se trató de un concurso literario que tenía como fin recuperar el espíritu de los antiguos juegos florales realizados en tiempos de paz.
Se presentaron 357 trabajos de distintas provincias y la entrega de premios se realizó en el Cine Teatro París. Entre los miembros del jurado se encontraba Baldomero Fernández Moreno.
Poco es lo que se sabe del Ateneo Necochea luego de 1943, ya que casi toda la documentación existente sobre la entidad se encuentra en el libro de Eduardo Escobar. Pero queda claro que aquel grupo de hombres tuvo una tarea fundacional y que gracias a su trabajo infatigable, la cultura logró su lugar en nuestra sociedad.
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