Cuando se habla de los fundadores de nuestra ciudad, inmediatamente se recuerda a Angel I. Murga, a Victorio De la Canal y a otros vecinos que firmaron el acta de fundación. También se recuerda a grandes pioneros en distintos ámbitos de la vida comunitaria, como la maestra Dolores Rom o el empresario y político Alberto Nazarre.
Se destaca el aporte invalorable de Gregorio Bard y el impulso pionero de algunos colonos y productores rurales como Juan Bautista Larraburu. También se recuerda como figura señera al médico Emilio Ferreyra o a Julián Azúa, aquel vasco que vio antes que nadie en las desiertas playas de Necochea a uno de los mejores balnearios de la Argentina.
Sin embargo, pocos recuerdan entre aquellos hombres y mujeres que sentaron las bases de Necochea a Eduardo Escobar, uno de los máximos referentes de la historia necochense y también uno de los pioneros en nuestra ciudad de lo que hoy se denomina gestión cultural.

Hace 54 años
El próximo miércoles se cumplirán 54 años del fallecimiento de Escobar. Sin embargo, aún hoy, algunos de sus 55 libros son textos de referencia sobre la historia de nuestra ciudad en los catálogos de grandes bibliotecas internacionales, como la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos (http://lccn.loc.gov/41009581).
Fue uno de los fundadores del Ateneo Cultural Necochea, un grupo de vecinos que en la década de 1930, al ver la escasa actividad que registraba nuestra ciudad en el ámbito de la cultura, decidieron por sus propios medios impulsar la realización de concursos literarios, exposiciones pictóricas y conferencias de destacados artistas reconocidos a nivel nacional e incluso internacional.
La poetisa Amalia Celina Dónes escribió en 1966 sobre Escobar: “Su personalidad de hombre de bien, inclinado por ingénita vocación a describir y cantar a este su suelo adoptivo, dejó rastros imborrables entre cuantos tuvieron oportunidad de conocerlo y tratarlo”.
En tanto, Juan Cifuentes, otro recordado periodista y poeta local, escribió hace años en las páginas de Ecos Diarios: “(Escobar) desde la adolescencia, fue maestro por vocación. Poseedor de una refinada cultura; historiador objetivo y sagaz; poeta talentoso y creativo”.
Precisamente su personalidad y enorme cultura le permitió a Escobar mantener un estrecho contacto con grandes personalidades de la cultura nacional a pesar de vivir a cientos de kilómetros de las grandes ciudades.
En una nota publicada en un diario local el mismo escritor narra un paseo por nuestra ciudad junto a Arturo Capdevila. “Puedo decir que me liga (con él) una vieja amistad. Ya por el año 1916, cuando residía en Córdoba, recibía sus atentas cartas en contestación a los libros que yo le enviaba”, explicaba Escobar en la nota.
Un verano Capdevila se encontraba alojado en el Hotel Andalucía de la Villa balnearia y Escobar lo llamó por teléfono. “Usted sabe que estoy y no viene por aquí”, le recriminó el poeta y dramaturgo cordobés.
Días después Escobar invitó a Capdevila y su esposa a un paseo en auto a Las Cascadas. Al llegar a los Manantiales el dramaturgo le pidió al necochense que le mostrara alguno de sus trabajos. El maestro sacó entonces un manuscrito lleno de tachas y correcciones y comenzó a leer.
Capdevila aprobó los versos pero objetó severamente la prolijidad del manuscrito.

Alma necochense
Escobar nació el 14 de julio de 1895 en el pueblo de Aratores, en España. Sin embargo su familia se radicó en Necochea en 1899, por lo que el escritor siempre se sintió nativo de nuestra ciudad.
A los 15 años ya era “practicante” en la escuela de Manuela Murga, hija del fundador. A los 22 se recibió de Maestro Normal Infantil y cuatro años después obtuvo el título de Maestro Normal Elemental.
A los 25 años se casó con María Magdalena Cardenau y tuvo cuatro hijos: Eduardo, Olga, Héctor y Nelly.
Trabajó en escuelas de Necochea y Quequén y luego fue designado director de la Escuela Nº 15 de San Cayetano. En el año 1922 fue trasladado a Balcarce y allí siguió su carrera docente en las escuelas 12 y 13. Se retiró de la profesión en esa ciudad en el año 1935.
A su labor docente sumó una intensa actividad literaria. Publicó su primer libro en 1915. Se titulaba “Fulgores de la Luna” y alcanzó una gran difusión.
Además de la poesía, abordó la novela, el ensayo, la dramaturgia y la historia. Entre sus 55 libros se encuentran: “La campana de plata”, “Poetas y escritores argentinos”, “Cuadros del Sur”, “País Azul”, “Alas de luz y bronce”, “Versos a Rosario”, “Necochea, ciudad progresista y poética”, “Tierra Santa” y la autobiografía “De ayer a hoy”.
Fue también colaborador de diarios y revistas de nuestra ciudad y la provincia. Además, fundó el Ateneo Necochense, fue miembro de la Sociedad Argentina de Escritores y de la Asociación de Maestros de la Provincia de Buenos Aires.
Participó del Congreso de Historia de los Pueblos de la Provincia de Buenos Aires, que se realizó en la ciudad de La Plata en 1950. Fue miembro de la Comisión Municipal de Cultura de Necochea, socio de la Asociación de Jubilados, delegado de la agrupación Bases de la ciudad de La Plata y corresponsal del Instituto Almafuerteano.
El 25 de mayo de 1957 Escobar falleció en la ciudad de La Plata después de ser sometido a una intervención quirúrgica. Bajo la lluvia los vecinos necochenses despidieron sus restos, que fueron inhumados en el cementerio local.
A 54 años de su fallecimiento, sus libros sobre Necochea continúan siendo la referencia ineludible para aquellos que quieran conocer la historia de la ciudad, sus hombres y mujeres.

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