El Club Danés es una de las entidades más antiguas de nuestra ciudad. Se formó a mediados de 1921 por impulso de un grupo de jóvenes que pretendían contar con un lugar que les permitiera reunirse periódicamente, desarrollar distintas actividades culturales y conservar las tradiciones danesas.
Pasaron 91 años de la formación de aquella asociación, que se denominó en un primer momento “Sammenkoms Foreningen for Necochea or Omegn”, pero el Club continúa trabajando intensamente con los mismos ideales de sus fundadores.
“Mantenemos nuestras costumbres”, explicó María Eseverri, presidenta de la entidad. El Club realiza a lo largo del año varios eventos tradicionales, como la Fiesta de San Juan, la Quema de la Bruja, el festejo del 9 de Julio, los carnavales o el homenaje a los socios vitalicios.
Mensualmente las socias se reúnen a tomar el té y los abuelos a jugar a las cartas. En esos encuentros el idioma que se habla es el danés. También se realizan bailes para los socios.
El club se ha convertido de esta forma en un espacio abierto a la familia, pero en el que los daneses mayores tienen un lugar donde hablar la lengua materna y compartir comidas, bebidas y danzas típicas.
Desde la fundación
La danesa es una de las colectividades extranjeras más arraigadas en nuestra región. Según cuenta la historia, antes de la fundación de Necochea, llegaba a nuestras costas un marino danés, Jacobo Lillelund, quien anclaba su barcaza en la desembocadura del Río Quequén, donde compraba pieles y cueros a los indios.
Luego de la fundación de Necochea, gran cantidad de daneses eligieron estas tierras aptas para el cultivo y se radicaron aquí.
Fue así que los daneses construyeron su propia iglesia y luego decidieron formar un club. Fue por ello que el 9 de julio de 1921 un grupo de jóvenes se reunió en la casa de Christian Petterson.
Víctor Schmidt, uno de los miembros fundadores de la entidad, recordó muchos años después aquella reunión. “Me acuerdo muy bien de ese primer día”, explicaba. “Nos reunimos un grupo de jóvenes con el fin de hacer algo y continuar encontrándonos en forma periódica”.
“Lamentablemente mi permanencia dentro de esa comisión duró poco tiempo, pero tengo un gran recuerdo de su primer presidente, Ricardo Cristensen, que era un joven muy capaz y en ese momento trabajaba en el campo”, señaló Schmidt.
La primera comisión directiva estuvo integrada por: Ricardo Cristensen, como presidente; Kristian Lykke Kristiansen y vocales: Mette Cristine Andersen, Svend Andersen y Víctor Schmidt.
El 6 de agosto de 1921 se realizó una nueva reunión y se confeccionaron los estatutos de la entidad.
Un poco de historia
El 5 de junio de 1935, la entidad obtuvo la personería jurídica y adoptó la denominación de “Danmark”, adecuándose a los nuevos estatutos.
El 9 de junio de 1940, en una asamblea realizada en el bar Belgrano, finalmente se le impuso a la asociación el nombre de Club Danés.
En 1945 se adquirió el terreno que hoy ocupa la sede del Club Danés, en la avenida 42, donde existía entonces una casa de dos plantas. Allí funcionó durante algunos años una escuela danesa, que fuera dirigida por Gunnar Mortensen.
En 1958 se ampliaron las instalaciones, construyéndose lo que hoy es el salón principal de fiestas, siguiéndole la cocina y el fogón. En la década del 80 se hicieron otras ampliaciones, añadiéndose nuevos sanitarios e instalándose un sistema de calefacción por aire para los tres salones con que cuenta.
En 1980 se escrituró el campo deportivo “Thor Andersen”, cinco hectáreas forestadas que habían sido donadas por Juan Hensler y Elisabet Andersen (hija de Thor) y que ya eran utilizadas previamente.
Seguir creciendo
María Eseverri, actual presidenta del club, ha estado vinculada la mayor parte de su vida a la entidad. En su adolescencia jugó al handbol, deporte que distinguió al Club Danés a nivel regional.
Desde hace varios años Eseverri está al frente de la entidad, aunque asegura que no existe distinción entre los miembros de la comisión directiva y que todos trabajan por igual.
La comisión se concentra especialmente en mantener las tradiciones y conservar aquellas actividades que hacen a la entidad única e insustituible para sus miembros, como las tardes de té de las abuelas o los juegos de cartas de los abuelos.
Las clases de gimnasia y de yoga para señoras o la venta de sándwiches daneses también son una tradición del club en el que colaboran muchas personas que ni siquiera son socios, pero que encuentran entre las paredes de la institución un espacio para la camaradería.
Ese mismo espíritu de camaradería que ha llevado al club a integrar la Coordinadora de la Fiesta de las Colectividades.
“Lo que nos mantiene unidos son nuestras tradiciones”, señala María Eseverri. Mientras otros clubes daneses de la región han desaparecido, el de Necochea sigue firme. Parece que aún lo impulsara el mismo espíritu juvenil de aquellos muchachos y chicas que fundaron el club en 1921.
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