Shincal y Londres conforman el mayor atractivo para el turismo arqueológico e histórico en Belén, Catamarca, con un complejo pasado en el cual ocuparon un mismo sitio y luego fueron enemigas, cuando las poblaban diaguitas y españoles, aunque en el lugar original solo quedan las ruinas incaicas de la primera.
La Ruta Nacional 40 une la cabecera del departamento de Belén con Londres, el primer pueblo hispánico de la provincia, fundado en 1558 donde estaba Shincal, la capital del imperio inca del sur.
De la Londres antigua cuentan los libros y los museos, ya que fue destruida cuando los diaguitas recuperaron la ciudadela de Shincal y, luego, corrida por varios acosos e inundaciones hasta que se instaló en su actual emplazamiento, a 6 kilómetros de las ruinas.
Los diaguitas fueron los creadores del adobe hace miles de años, pero los restos de construcciones que persisten entre espinosos shinquis (que le dan el nombre al lugar) y retorcidos algarrobos, son de piedra apilada o unida con argamasa, la técnica característica de la arquitectura incaica.
Las escalinatas de sus dos cerros aterrazados -donde había sendos altares- guardan la imponencia de los templos de Cuzco, y la bizarría de las paredes de edificios gubernamentales difiere de la simpleza de corrales, viviendas o depósitos de otros sitios arqueológicos de la provincia.
Es que el imperio inca sometió a los diaguitas a mediados del siglo XV e instaló en ese lugar -habitado por la etnia quilmes- el centro político de sus dominios del sur.
A diferencia de otras poblaciones precolombinas de los Valles Calchaquíes, Shincal era más que un poblado de agricultores, cazadores y artesanos con sus sitios rituales, ya que desde allí se gobernaban los territorios del actual norte andino argentino.
En la ciudadela estaba el "ushnu" o sede del “curaca” o gobernador y había cuarteles, talleres y una plaza donde se realizaban ceremonias, rituales, sacrificios, desfiles militares y fiestas, y desde allí también partían las llamas cargadas de bienes y metales preciosos o industriales rumbo a Cuzco.
El sitio está hoy parcialmente parquizado y por sus arenosos senderos, entre pastizales duros o pequeños bosques de algarrobos en galería y algunos cactus, los guías llevan a los turistas hacia lo que fueron la plaza, la sede de gobierno y otros recintos.
Los arqueólogos realizaron un prolijo trabajo de reconstrucción y, para no confundir al visitante, dejaron una marca que separa la edificación original, generalmente la base, de la nueva.
Las escalinatas de los dos morros de la antigua urbe tienen peldaños altos y angostos que obligan recorrerlas con suma prudencia, pero el esfuerzo y la tensión se ven recompensados al hacer cumbre en sus miradores a unos 25 metros.
Desde las cimas, protegidas al este por altas laderas azuladas de las Sierras de Belén, se pueden ver como en un plano todas las estructuras que quedan de la ciudad y se dominan los llanos de los valle de Hualfín y Belén al oeste, con sus plantaciones de nogales y el cauce del río Quimivil (del que deriva el nombre "Quilmes").
En la entrada a Shincal hay un museo y centro de interpretación, donde se exhiben piezas de alfarería y herramientas antiguas, además de una maqueta de la ciudadela.
Londres no difiere mucho de otros pueblos catamarqueños, pero que tiene dos centros con sus plazas, la "de abajo" -donde está la municipalidad- y la "de arriba", cada una con su iglesia: de San Juan Bautista y de La Inmaculada Concepción, respectivamente.
Su particular historia comienza con su fundación, en 1558, fecha que lo convierte en el primer pueblo de Catamarca fundado por españoles, en este caso el capitán Juan Pérez de Zurita, cuya estatua está en el ángulo de la Ruta 40 y la tangente de acceso a la ciudad, con algunas pintadas de "asesino" en aerosol.
El nombre, que tanta admiración despierta aún pese a su antigüedad, obedece a que el fundador se lo dio en homenaje a María I de Inglaterra (María Tudor), que se había casado con el Felipe II de España, sellando la paz entre ambos reinos.
Cuando los españoles tomaron Cuzco entre guerras y alianzas con líderes incas, esta civilización abandonó Shincal, por lo que Pérez de Zurita aprovechó los antiguos muros, el acueducto y el bosque y fundó Londres en el centro de esa ciudad indígena.
Sin embargo, los quilmes, primeros habitantes, retornaron a su ciudad y tras un sitio que incluyó el cierre del acueducto echaron a los segundos invasores.
Estos fundaron Londres cinco veces más debido al acoso de los indígenas, durante el siglo de las guerras calchaquíes, y también por los desbordes de los ríos Quimivil y Hondo.
Tras ser sitiados y corridos varias veces por los indígenas, los españoles vencieron en la guerra y la última fundación de Londres fue en su actual emplazamiento, a 6 kilómetros de Shincal, 15 de Belén y 305 kilómetros de la capital provincial, de San Fernando del Valle.-(Télam, por Gustavo Espeche Ortiz)
Gracias por reproducir esta nota que hice hace unos meses y salió por Télam.
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Saludos!
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