El 10 de septiembre de 1914 Dositeo Fernández, el empresario que casi cuatro décadas más tarde construyó el Cine Gran Sud en nuestra ciudad, iniciaba su actividad en la Capital Federal.
Según consta en un recibo emitido por la entonces Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, ese día el área de Inspección General recibía un depósito de 1.000 pesos que habilitaba a Fernández a explotar una “sala de biógrafo” en la calle Piedras al 600.
Tanto Fernández como su socio Ramón Boga, venían regularmente a nuestra ciudad a pasar el verano con sus familias.
Con el tiempo, conocieron la idiosincracia de los necochenses y comenzaron a pensar seriamente en construir una sala en Necochea. Ambos eran dueños de una cadena de cines en la Capital Federal.
La idea fue construir en el centro de la ciudad una sala que tuviera las características de los mejores cines existentes en el país. El cine comenzó a construirse en la calle 64 entre 57 y 59, frente al Club Rivadavia, en pleno corazón de la ciudad.
En aquellos años el cine no tenía competencia como espectáculo y la cantidad de espectadores era tal que a Boga y Fernández no les importó construir su enorme sala a menos de 100 metros del Cine Teatro París y a dos cuadras del Atlantic, ubicado en 62 entre 59 y 61, en el viejo edificio de la Sociedad Española.
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