Mientras en la actualidad las diferencias entre distintos sectores políticos parecen insalvables, hubo momentos de la historia local en los que esos enfrentamientos llegaron al extremo de la violencia armada.
Dos sangrientos hechos, uno ocurrido a fines del Siglo XIX y otro en la década del ‘30, perduran aún como los momentos más violentos de la política lugareña.
El primero de esos hechos tuvo como protagonistas al fundador de la ciudad, don Angel Murga, y al primer intendente, Alberto Nazarre.
Mientras que el otro se produjo en 1932 y reflejó la intolerancia del conservadurismo con las ideas de vecinos enrolados en las filas de la Unión Cívica Radical.
El fundador perseguido
Alberto Nazarre fue el primer intendente de Necochea y también un poderoso empresario que fundó un periódico con el fin de utilizarlo como herramienta de difusión de sus ideas.
Según una investigación histórica realizada hace unos años por Ana Carolina Alonso y Florencia Inés Colatriano, El Baluarte, el primer periódico de Necochea, se “constituyó como la voz de una de las facciones políticas de esta ciudad. Es una claro exponente de lo que se conoce con el nombre de prensa decimonónica, en la que predominan los criterios facciosos, el compromiso con una causa y la utilización de la prensa como herramienta partidaria.”
Nazarre fue el primer intendente de Necochea, pero su mandato sólo se extendió un año, de 1891 a 1892. Según la historia lugareña, el 23 de noviembre de 1890, antes de las primeras elecciones, se produjo un violento enfrentamiento entre las facciones de Nazarre y Angel I. Murga.
Una carta enviada por Haydeé Moreno Murga a Ecos Diarios en 1964 ofrece detalles de los factores que llevaron a la violenta confrontación entre los seguidores de Murga y Nazarre.
En la madrugada del 23 de noviembre, hombres armados se reunieron en la casa de los Murga, en la avenida 59 y en el escritorio del fundador, en 59 y 64.
Organizados avanzaron por la 61 en dirección a la comisaría, que en aquel entonces funcionaba en la esquina de la calle 60. La intención era apoderarse de la sede policial y luego de la intendencia.
Pero en la esquina de 58 y 61 fueron recibidos con una descarga de armas de fuego que dejó varios muertos y heridos tendidos en la calle. Los disparos provenían del techo de la comisaría. Tras el desbande del grupo, se produjo una serie de persecuciones y allanamientos.
Según Haydeé Moreno Murga, “un cochero los había denunciado al bando de Nazarre y los estaban esperando”.
Murga, perseguido de cerca, se refugió en la tienda “La Porteña”, en la esquina de 59 y 62, que pertenecía al padre de Haydeé, Laureano Moreno.
“Cuando llegó la patrulla, descendió a los sótanos. De allí pudo salir y a caballo se dirigió hacia la costa, perseguido por la policía. Atravesó el río y se refugió en la casa de Don Ezequiel Gil, que lo escondió en una parva”, recordó la nieta del fundador.
Luego Murga pudo huir hacia una estancia vecina. “Desecha así la oposición (por culpa de un traidor) Nazarre ocupó la intendencia con el triunfo absoluto de su partido ya que nadie se atrevió a hacerle frente”.
A los tiros en la plaza
Cuarenta y dos años después de aquellos violentos hechos, se produjo otro sangriento incidente que dejó varios heridos de bala.
Se produjo la noche del 27 de febrero de 1932, en la Plaza Dardo Rocha, donde se realizaba un acto de la Unión Cívica Radical.
El acto, en homenaje al doctor Leopoldo Bard, que no había podido asistir por cuestiones de salud, fue abierto por don Saúl Ignacio.
Luego subió al estrado el doctor José Brun, quien comenzó a hablar de las conquistas democráticas y de las libertades ciudadanas.
Pero, confundidos entre el público se encontraban algunos adherentes al oficialista Partido Conservador.
Luego de proferir algunos gritos, los conservadores comenzaron a efectuar disparos de arma de fuego, lo que provocó pánico entre la gran cantidad de público que se encontraba en la plaza.
“El gentío huyó precipitadamente en todas direcciones, mientras los disparos se hacían más nutridos. Hombres, mujeres y niños, justamente atemorizados ante tan imprevisto y bárbaro ataque, se empujaban los unos a los otros, formando desesperadas avalanchas”, explicó al día siguiente un artículo publicado en Ecos Diarios.
El irracional ataque dejó como saldo nueve heridos, ocho de ellos leves.
Si bien estos dos hechos no se pueden comparar con el terrorismo de Estado de los 70, que dejó varias víctimas en nuestra ciudad, sí quedaron en la historia como los más violentos enfrentamientos ideológicos entre vecinos de la localidad.
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