Cuando se habla de la historia de nuestro distrito, también se debería recordar aquellos proyectos que sólo quedaron en los papeles. El partido de Necochea pudo haber sido mucho más progresista si tres de estos sueños se hubieran hecho realidad.
Es el caso del pueblo soñado por Alberto Nazarre, primer intendente de la ciudad, el de la localidad de Lumb que quedó un legendario loteo y el del casi imposible proyecto de una ciudad de Quequén tan grande como una capital.
Su propia ciudad
Nazarre fue un poderoso político y empresario local, propietario del primer periódico de la región: El Baluarte. Pero este hombre también quería tener su propia ciudad, así que decidió construirla en las tierras de su estancia “La Susana”, en cercanías de Estación Lumb.
La estancia se encontraba ubicada en lo que hoy es el límite con el partido de San Cayetano.
La idea era que el pueblo se llamara Villa de la Salud y se realizaron los planos de la futura población, sin embargo, aquella idea nunca se llevó adelante y Nazarre ni siquiera llegó a vender los lotes.
Hoy se confunde la ubicación de esa villa con la de Lumb, una localidad que pudo haberse convertido en ciudad, pero que también quedó en los planos.
La otra Lumb
Estación Lumb fue inaugurada en 1908, entre las estaciones de Tandil y Defferrari. Tomó su nombre del acaudalado empresario inglés Edward Lumb, que obtuvo la concesión para la construcción de las vías de la Buenos Aires Great Southern Railway Company Limited, aquí denominado Ferrocarril Sud.
Al habilitarse la estación Lumb en el año 1908, se instalaron en sus cercanías una pequeña cantidad de pobladores que estaban relacionados con las tareas agrícolas ganaderas de la zona.
La fundación de la Sociedad Deportiva Dinamarquesa Darnnevirke y del Club Defensores de Lumb dio mayor impulso al caserío.
Con ese impulso, se proyectó crear una ciudad, se trazó un plano de la futura población y se realizó el loteo en un campo ubicado a cierta distancia de la estación.
Si bien los lotes se vendieron, sólo se construyeron algunas casas y el pueblo continuó creciendo al lado de la estación.
La localidad contó desde la década del '40 con una calera, que pertenecía a Enrique Guillamón y que daba empleo a obreros de Lumb y de Juan N. Fernández.
Más o menos por aquella época, un acuerdo político entre el Gobierno nacional y las empresas inglesas que administraban las distintas líneas de ferrocarriles, decidieron el futuro de cientos de estaciones en todo el país.
El 13 de febrero de 1947, el gobierno nacional compró los ferrocarriles ingleses. Una década después, el 4 de noviembre de 1958, se formó el Partido de San Cayetano, con tierra tomadas a los distritos de Tres Arroyos, Gonzales Chaves y Necochea.
Estación Lumb, que había pertenecido a Necochea desde su creación, quedó entonces dividida. De a poco, el pueblo fue desapareciendo.
Quequén gran ciudad
Otra historia de proyectos frustrados es la de Quequén. El 2 de diciembre de 1889, el agrimensor Eugenio Moy presentó los planos de la futura ciudad de Quequén, un faraónico proyecto que preveía el trazado de un ejido urbano que incluía 13 plazas, un parque público, hipódromo y una estación ferroviaria.
La iniciativa era parte del proyecto de la Compañía "Ciudad de Quequén", que pretendía construir una población en la desembocadura del río Quequén.
Según una nota presentada por el representante legal de la firma, Alfredo Meabe, al ejecutivo provincial el 19 de julio de 1889, el objetivo de empresa era levantar "una gran ciudad y puerto" que contara con "todas las comodidades necesarias tales como la pavimentación, iluminación, mercados, una red completa de tranways, aguas corrientes y teléfono".
La compañía tenía como presidente a Hugo A. Bunge y su principal accionista era Manuel J. Guerrico, propietario de las tierras donde se efectuaría la urbanización.
La idea era crear una verdadera capital en el sudeste de la provincia de Buenos Aires, según se desprende de los planos originales.
El sector principal del amanzanado consistía en un damero, orientado a medio rumbo, de 24 por 24 manzanas de 100 metros por 100 metros cada una, separadas por calles de 20 metros. Dos avenidas de mayor ancho dividían este sector en cuatro secciones o cuarteles, cada uno de ellos recorrido por dos diagonales que se cruzaban en una plaza hexagonal.
La ciudad proyectada tenía además una plaza central formada por cuatro manzanas, cuatro plazas menores, de una manzana, en los vértices de la cuadrícula, y otras cuatro romboidales en las medianas del perímetro.
Pero esto era sólo el sector principal del ejido urbano de la ciudad imaginada por Moy. El amanzanado se prolongaba hasta llegar a la margen del río, formando otras dos secciones, una de ellas de forma irregular, con 24 por 10 manzanas en su mayor extensión y la restante formada por dos triángulos, uno compuesto por unas 100 manzanas y otro de diseño pintoresquista.
La ciudad estaba rodeada de quintas de dos hectáreas y también una zona de chacras de cuatro y ocho hectáreas.
La zona medanosa de la costa, entre el ejido y las playas, se reservaba como parque público y se preveían los terrenos para el emplazamiento del hipódromo, en la esquina este del ejido, y de la estación ferroviaria, dentro del amanzanado.
El Departamento de Ingenieros no presentó objeciones al proyecto, que fue aprobado por el gobierno de la Provincia el 2 de junio de 1890.
Sin embargo, debido a las dificultades económicas de la compañía “Ciudad de Quequén”, el ambicioso proyecto no llegó a concretarse. Sólo se respetó la parte del plano más próxima al río.
Artículo que escribí para el Suple Finde de Ecos Diarios de Necochea
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