A fines de enero de 1964 comenzó a funcionar en el subsuelo de la Gran Galería Central un acuario y zoológico. La repercusión fue inmediata, unas 1.200 personas por día visitaban el lugar y pronto se incorporaron nuevos ejemplares a la colección.
Según un artículo aparecido en Ecos Diarios el 9 de febrero, el acuario contaba con un gran número de especies marinas, tales como arañas y cangrejos de mar, erizos, estrellas, pulpos, tiburones, anémonas rayas y peces raros provenientes de zonas tan alejadas de la nuestra como Malasia, China, la India, Siam, Malabar; México y Singapur”.
Estos ejemplares se encontraban en sus respectivas peceras, que estaban dotadas de calefactor automático, termómetro, luz propia y aireador. “Dado que así lo requieren esos peces acostumbrados a aguas más cálidas que las de nuestro mar”, añadía la nota.
Por otra parte, en el mismo lugar, además de un acuario funcionaba un zoológico, en el que los visitantes podían ver boas constrictor proveniente de Brasil, oso hormiguero, monitos y otros animales, así como diversas y coloridas aves.
A los pocos días de su apertura, el zoológico y acuario ya había incorporado nuevos ejemplares, como peces de riña, becazas de Italia, perros de la selva (Brasil), halcones laguneros, ardillas de Siria, coatíes, peces eléctricos, zorrinos y una boa anaconda.
Aunque la principal atracción era un pequeño gorila africano, de un mes y medio de edad y que, de acuerdo a la nota, era único en el país.
La insólita exposición de animales había provocado gran interés en el público, en especial entre los niños.
Los chicos seguían cotidianamente las graciosas actividades de varios monitos y en particular del gorila bebé, que interactuaba “con todos cuantos acuden a verlo”, precisaba el artículo.
Motivo de orgullo
Si bien en la actualidad son pocos los que recuerdan aquel acuario y zoológico, en su momento fue motivo de orgullo para los necochenses.
Se encontraba ubicado en el subsuelo del complejo arquitectónico más moderno de la ciudad: la Galería Central.
Tan sólo un año antes, el 20 de junio de 1963, la inauguración de la Galería había sido un acontecimiento sin precedentes en nuestra ciudad.
La idea de construir la galería que uniera las cuatro tradicionales calles de nuestro medio comenzó a gestarse en 1948 en la mente de los propietarios del terreno donde hoy se levantan tres cuerpos de edificios de departamentos y más de cien locales comerciales, Ramón Galparsoro junto a su esposa, María Aguirre y sus hijos políticos Arturo Salanueva y Jorge Mario Lafforgue.
Finalmente, el proyecto comenzó a concretarse tiempo después impulsado por la esposa de Galparsoro junto a Rodolfo Ardanaz y Juan Carlos Lafforgue. También se sumaron Carlos, Héctor, Alfonso y Enrique Ardanaz
Luego con los técnicos Juan Alberto Arano y el constructor Emilio F. Donato se formó la empresa constructora que comenzó con los trabajos en 1960.
A mediados del Siglo XX, el mercado imponía las galerías, por lo que rápidamente aquel proyecto se transformó en un gran éxito y no tardó en convertirse en el ámbito de gran parte de la actividad artística, cultural y social de la ciudad.
Los más memoriosos recordarán lugares de reunión, como la confitería Jockey Club, ubicada en el entrepiso del edificio, que recibía en las tardes y noches gran cantidad de concurrentes. O las canchas de bowling, junto a los grandes ventanales del mismo entrepiso, sobre la calle 64.
En esa época, el país vivía otra realidad económica, por lo que los cien locales de la galería estaban ocupados y todos trabajaban.
Gran repercusión
“El numeroso público que diariamente recorre las instalaciones del Acuario y Parque Zoológico Central, ubicado en el subsuelo de Gran Galería Central, observa con curiosidad y admiración los distintos ejemplares de la fauna marina y terrestre que allí se exhiben, constituyendo el buen gusto y prolijidad con que aquél ha sido montado un motivo de legítimo orgullo para nuestra ciudad”, señalaba otra nota publicada en Ecos Diarios el 27 de febrero de 1964.
“Por si ello fuera poco, el Acuario Central es el primero en el país que posee un ejemplar de caballito de mar”, añadía el artículo.
De acuerdo a la nota, el ejemplar tendría “cría y llegó a poder del Acuario Central merced a la gentileza de la firma local Popovich Hnos., que facilitó el hipocampo luego de ser capturado por la lancha ‘Osvaldo R’, perteneciente a la flotilla pesquera de Puerto Quequén”.
Los hipocampos “son el ornamento más espectacular de los acuarios, por lo que la tenencia de uno de esos raros ejemplares en el Acuario Central habrá de despertar, sin lugar a dudas, lógico interés en nuestra ciudad”, precisaba la nota.
Cayó en el olvido
En la actualidad son pocas las personas que recuerdan el acuario y zoológico que funcionó en el subsuelo de la Galería Central.
A excepción de los dos artículos de Ecos Diarios citados, también son escasos los registros gráficos sobre su existencia.
En la actualidad, debido a las leyes vigentes, un emprendimiento de ese tipo sería impensable en pleno centro de la ciudad.
Pero en aquella época fue una gran novedad que en un principio atrajo a grandes cantidades de público.
Sin embargo, la ciudad no tenía en ese momento la cantidad suficiente de habitantes como para mantener un flujo regular de público y con el paso del tiempo el zoológico y acuario dejó de ser visitado, por lo que debió cerrar sus puertas.
Artículo publicado en el Suple Finde de Ecos Diarios de Necochea
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