Si bien en la tradición judeo-cristiana el hombre tiene preeminencia social sobre las mujeres, quien haya leído la Biblia con una mirada alejada de preconceptos religiosos, habrá notado que los personajes femeninos no son simples complementos del hombre y menos aún objetos sexuales.
Los personajes femeninos de la Biblia son bellos, complejos y tan decisivos como los masculinos. Jesús, para los cristianos Dios hecho hombre y para la civilización occidental toda el ideal de hombre, no era un machista recalcitrante ni un abusivo.
En distintos pasajes de los Evangelios se muestra a Jesús dialogando con mujeres o sobre mujeres y si se presta atención se notará que no opinaba que ellas fueran seres inferiores, sino que las trataba de igual a igual.
Por ello, si tomamos a Jesús como el cristiano ideal, notaremos que tanto el machismo como el sexismo en general son un concepto humano, pero no cristiano.
Lamentablemente, no se puede decir lo mismo del Islam, una religión cuyas bases se encuentran en el Corán, pero que está atravesado por tradiciones que imitan la vida de Mahoma, un hombre que tuvo entre 9 y 20 esposas. Entre esas esposas se encontraba la niña de 6 años Adisha, con la que el profeta se comprometió a los 54 años y con la que consumó el matrimonio tres años más tarde.
Entonces, como se comprenderá, la posición de la mujer en el mundo cristiano ideal (aquel hacia el que Jesús nos guió), dista mucho del lugar del que la mujer tiene en el mundo musulmán ideal (aquel en el que Mahoma vivió).
Estas diferencias entre las mujeres occidentales (donde predomina el cristianismo) y las del mundo árabe (bajo el Islam), ya eran patentes en la Edad Media. Un artículo escrito por Pedro Fernández Barbadillo en Libertad Digital revela cómo vivían las mujeres en Al Andalus, el territorio bajo poder musulmán que ocupaba casi la totalidad de la península ibérica entre los años 711 y 1942.
Por todas estas cuestiones, deberíamos tener cuidado cuando se nos trata de hacer creer que el Islam es nada más que otra forma de adorar a Dios. Evidentemente no lo es y menos para las mujeres, es decir para la mitad de la población mundial, entre la que se encuentran nuestras madres, esposas, hermanas e hijas.
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