En el cine infantil, por ejemplo, es fácil encontrar películas que no han tenido el éxito esperado. Sobre todo porque son films que suelen contar con bastante presupuesto, ya que se invierte mucho en animación y en efectos especiales para despertar la imaginación de los más pequeños y atraerles así hasta las salas de cine. Pero esto no siempre se consigue. La película “Mi amigo el gigante”, de Steven Spielberg, es un buen ejemplo. Apenas recaudó 178 millones de dólares, pese a que producirla ya había costado 140.
Y lo mismo le ha ocurrido a filmes cuyo objetivo era versionar grandes éxitos de los 80. En la nueva “Cazafantamas” las protagonistas son mujeres y no faltan las dosis de ciencia ficción. Aun así, no ha conseguido la recaudación de 300 millones de dólares que se había marcado Sony. Y es que, las películas infantiles se transforman, pero no siempre las nuevas versiones son una buena idea.
En el cine de ciencia ficción también encontramos fracasos de taquilla. El film “Blade Runner 2049” intentó cosechar los éxitos de la película original de 1982. Pero aunque en este nuevo cazador de replicantes se invirtieron 75 millones de dólares, lo cierto es que no ha sabido cazar a los espectadores.
Otro de los fracasos más sonados es “La serie divergente: Leal”. Apostaron por actores de renombre para interpretar a los protagonistas, pero el film no ha convencido. Ha recibido más críticas que beneficios. Costó 110 millones y no ha recaudado ni 180. Tampoco “R.I.P.D.” lo ha logrado. Esta adaptación del cómic fue un auténtico fracaso. Generó pérdidas de 115 millones, pues en taquilla solo recaudó 80 y ya contaba con un presupuesto combinado de 200 millones.
Versionar videojuegos no siempre garantiza el éxito. Y un ejemplo de ello es la película “Assassins creed”, que apenas ha recaudado 24 millones de dólares, cifra irrisoria teniendo en cuenta que su producción ya costó 125.
Queda demostrado que el cine es un negocio arriesgado. Y quizás por eso sea tan mágico. Las películas, para bien o para mal, siempre sorprenden. Los productores y distribuidores a veces se equivocan con sus apuestas. Pero los espectadores siempre aciertan.
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