El atentado había sido planeado por un grupo de oficiales y pretendía hacer estallar una bomba en la Guarida del Lobo, en Rastenburg, en el momento en que Hitler se reuniera con su estado mayor.
El encargado de colocar la bomba fue el coronel Claus von Stauffenberg, un oficial tuerto y manco por las heridas sufridas en combate en Egipto.
Stauffenberg deja el explosivo en un maletín debajo de la mesa del salón donde se realizaba la reunión y salió del lugar justo antes de la explosión.
En medio de la confusión, voló a Berlín e informó que Hitler había muerto, lo cual movilizó a las tropas de reserva, tal lo dictaminado en la Operación Valquiria.
Los reservistas ocuparon los principales edificios y detuvieron a jerarcas nazis sin saber que en realidad estaban siendo usados en un golpe de Estado.
Stauffenberg y su grupo querían hacerse del poder para negociar la paz con los Aliados y acabar con la matanza originada por la psicótica campaña de conquista iniciada por Hitler en 1939.
Pero al caer la noche, Hitler habló por radio y de esta manera confirmó que el atentado había fallado y que sólo sufrió heridas menores.
En pocas horas comenzó la represión y Stauffenberg y quienes lo acompañaron en la conspiración fueron capturados y fusilados en la madrugada del 21 de julio.
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